El modelo de desarrollo impuesto por occidente, ha colocado al Planeta en una situación de vulnerabilidad extrema, al grado de poner en riesgo la vida de todas las especies que en el habitan. Si esto de por sí es grave ya que han dañado la capa de ozono, la contaminación del aire es cada día mayor, el arsenal nuclear y las armas químicas/bacteriológicas en vez de disminuir aumentan; con el nuevo modelo que se esta implementando, con la GLOBALIZACIÓN, la situación tiende a agravarse aún más y se torna incontrolable.
Esto ha llevado a que los científicos del mundo reunidos en Paris, levanten su voz y pidan a gobernantes e industriales, que se tomen medidas inmediatas para detener el recalentamiento global del Planeta y la disminución creciente de agua – además de otras recomendaciones a fin de evitar que la catástrofe que se avecina se mayor, en vista de los inminentes cambios climáticos.
Los políticos saben que el modelo globalizante, solo traerá beneficios a los grandes consorcios industriales, que hoy, operan por encima de los Estados y, les imponen sus propias leyes, llegando a convertirse en una nueva forma de colonialismo tan cruel y despiadado para el indio, como la invasión española.
Ya no es el oro y la plata lo que les interesa hoy son las tierras amazónicas y altoandinas, sus recursos naturales y… destruir nuestra cultura. Y el agua les resulta hoy de primera prioridad.
El agua se capta y se almacena en las tierras altas, donde viven nuestros hermanos comuneros de allí baja a la costa o los llanos, pero hoy, el volumen que llega, es cada vez menor y, a los agroexportadores les preocupa y buscan encontrar alguna solución que no afecte sus ganancias.
Pero resulta que este problema que se generó en las tierras altas, ni el comunero tuvo algo que ver en ello. Este fue ocasionado por las propias empresas agroexportadoras y la tecnología que utilizaron para la extracción del agua. No se preocuparon de cuidar el ciclo reproductivo del líquido elemento, no les importó si extraían más agua de la que realmente se podía. Su objetivo era cumplir con las demandas del mercado exterior.
Por eso hoy dirigen sus miradas al agua de las alturas y conciben la idea de cambiarles su cause y desviarlas a sus tierras, lo cual puede generar situaciones de conflicto…. ¿Qué significa esto para las comunidades andinas que allí radican? …. ¿Qué va a pasar con los comuneros alpaqueros si desvían el curso del agua? … ¿Qué va a pasar con nuestras hermanas alpacas y demás auquénidos?… Eso no les preocupa. Solo saben que al hacerlo se beneficiaran económicamente, generan divisas para el país y el Estado verá en que lo invierte.
El valor que el agua tiene para las comunidades andinas, que son quienes la cuidan, respetan las leyes de la madre tierra y le dan un uso armónico, no tiene importancia para occidente.
Si afecta la flora y fauna silvestre y la condena a su exterminio, tampoco cuenta.
Es que la sociedad occidental es antropocentrista. El hombre occidental se siente el rey de la creación, que todo fue puesto a su servicio y, que puede hacer y deshacer a su antojo. No comprende que la madre tierra nos entrega sus recursos para satisfacer las necesidades de todos sus hijos. Tanto en la alimentación, medicina, como en espiritualidad.
Hasta la invasión española, nuestros abuelos habían desarrollado una ciencia y tecnología muy adelantada y eficiente. Hoy esto ya se encuentra olvidada, ha sido abandonada y quienes la desarrollaron, son los marginados de la sociedad actual.
Durante miles de años hemos sabido cultivar la vida. Forjamos nuestra cultura de acuerdo a nuestro pensamiento, espacio territorial, pisos ecológicos, principios de reciprocidad, intercambio, complementariedad de las economías y de acuerdo a nuestra espiritualidad, para beneficio de todos.
El agua no es como pretende occidente. Un recurso mineral de necesidad para la vida. El agua es más que eso. El agua es un ser vivo, que además nos da la vida. Son las venas que discurren por el cuerpo de la madre tierra y dan animación al universo. Tiene la misma función que la sangre que corre por nuestras venas. Si escasea enfermamos. Si la perdemos… morimos.
Ella sabe cual es el camino que debe seguir y marca su propio cause. Si nosotros necesitamos que discurra por otro camino, con nuestros rituales le pedimos permiso y lo invitamos a que acepte ir por allí. Fue así como se construyeron en la antigüedad, las obras de ingeniería hidráulica, que vemos en los sitios arqueológicos.
Esta manera de pensar fue fundamental para la conservación y reproducción de los recursos hídricos.
La visión de occidente respecto a lo andino es de total desconocimiento e ignorancia y, solo conocen lo que sus antropólogos y sociólogos, formados en sus universidades, han creído interpretar de nosotros. Y a partir de allí han armado una supuesta historia nuestra, totalmente errada y humillante para el indio.
Hoy quieren enseñarnos a manejar el agua y la tierra, con una visión que no es la nuestra, cuando han sido ellos, los que dañaron gravemente el medio ambiente y nuestros recursos naturales.
El Estado habla de su interés por integrarnos a su sociedad y que formemos parte activa de la nación. Pero… ¿de qué nación nos están hablando, ya que la de ellos, solo existe en el papel. Acá convivimos muchas naciones indias no reconocidas como tales por el Estado, pero somos las que le hemos dado una identidad cultura a este país y que por ello se le reconoce y valora en el extranjero.
Lo irónico es que este Estado que pretende integrarnos, muestra dos caretas distintas.
Por un lado dice enorgullecerse de la biodiversidad del país y nuestra diversidad cultural, y se vanagloria de ello ante el mundo. Pero se enfurece, ataca y reprime, cuando el indio – por su ancestral cultura – le dice que lo que pretende hacer a la naturaleza es malo y no funciona.
Para el agrónomo lo importante es lograr la mayor producción en el mínimo espacio disponible. Le interesa lo que va a sembrar y no así, las demás especies que también viven en ese lugar, y para ser experto deberá conocer las características del suelo, calidad del agua, clima y, los requerimientos de la semilla a utilizar. Todo su conocimiento lo aprendió en la universidad y en los libros. Por lo tanto es un conocimiento envasado, pero que supone puede aplicarlo en cualquier terreno.
El hombre andino piensa diferente. Para él la naturaleza es un todo. No es un medio inerte, sino la suma de todo lo que existe en el lugar (lo que se ve y lo que no se ve) y que, trabajando correctamente y con el respectivo ritual, determina el éxito de la siembra. Y en esa labor, no es solo él quien cuida lo sembrado, sino también otras especies y entidades de la naturaleza, que lo ayudan y merecen respeto.
Para el agricultor andino la naturaleza es “nutricia” y una de sus funciones es nutrir. Alimentar a todas las especies incluido el hombre. Por eso la llamamos madre o pachamama. Muchos seres conforman la pachamama y con todos ellos debemos dialogar, solicitar e interpretar, siguiendo un orden que hace que los rituales funcionen. Las conversaciones, ofrendas o despachos a la tierra, buscan obtener el apoyo de las montañas, las peñas, los serenos y demás agentes climáticos que puedan influir en el resultado de la siembra.
Es que en realidad lo que el comunero hace es “criar vida en la chacra”. No se trata solo de producir, sino de criar.
Así como los padres crían a un pequeño hijo, que con sus cuidados llegará a ser grande. Es una relación de mucha sabiduría y va más allá del real interés económico.
Y así como la wawa recibe regalos antes del nacimiento, preparando su llegada, lo mismo busca el comunero andino, para la semilla que ha sembrado. Por eso entabla un diálogo con todos los seres bióticos y abióticos que pueblan las chacras.
Como podemos apreciar, son visiones distintas y opuestas.
Aceptamos que occidente, siendo jóvenes culturalmente en relación a nosotros, pueda hacer aportes. Es mas, el indio quiere la convivencia pacífica, con complementariedad y reciprocidad de valores espirituales y materiales. Pero no podemos aceptar, que ensayen propuestas técnicas a nuestras espaldas y, totalmente contrarias al orden de trazado por la madre naturaleza.
No tenemos ningún inconveniente que el agua que nos entrega la pachamama, sin cobrarnos por ello, lo podamos compartir entre todos. Siempre que sea con respeto, cuidando no se desperdicie y, no solo para satisfacer intereses económicos.
Sabemos compartir y podemos enseñarles como debe ser utilizada el agua como asegurar no se detenga su ciclo de producción e incremento, pero eso significa que deberán respetar nuestra cultura y la forma de relacionarnos con el agua y la naturaleza.
Pero si occidente solo tiene intereses económicos y piensa que los indios somos gente ignorante y supersticiosa, nunca podrá valorar nuestra cultura, ni aprender de ella.
Para nuestros abuelos, las características geográficas y climáticas de los Andes, no fueron obstáculo para el progreso y desarrollo, sino importantes oportunidades para la domesticación de animales, plantas y, el manejo del clima, el agua y la tierra. Además nos llevó a desarrollar prácticas de previsión, ante sequías, fuertes lluvias y escasez de alimentos o ropa.
Hoy quieren que Macchu Picchu sea declarado, una de las nuevas maravillas de la humanidad, en su condición de su monumento arqueológico y, es valioso porque lo visitan miles de turistas que generan ganancias a sus promotores. Su valor espiritual, los rituales al agua que allí se desarrollaban y aseguraban su continuidad, no cuentan. Su valor como lugar sagrado y su significado tampoco.
Es que no puede ser de otra manera. Seria reconocer que sus constructores, conocieron de una arquitectura sagrada, que el hombre actual desconoce.
Lo mismo sucede en su interés por conservar la naturaleza. Buscan que extensas áreas sean declaradas Patrimonio Natural de la Humanidad. Pero solo para despoblar de indios esos territorios y, con el apoyo del Estado, ser entregados a ONGS o inversionistas extranjeros, que podrán ofrecer una “alternativa” turística a las personas con dinero, que “aman” la naturaleza. Por lo tanto no es una actitud sincera.
Le interesa conservar el lugar para ellos, pero sin los indios.
Y lo expuesto no es una exageración. Sino basta de echar una mirada a lo que está sucediendo en la amazonía, en los territorios mapuches de Chile y Argentina, en la Patagonia, en las agua del Titicaca, etc.
El agua y los recursos de nuestra biodiversidad, es lo que pretenden apoderarse y para ello, buscan un sustento legal para su usurpación.
El agua es vital para la vida y un bien de dominio público. Por lo tanto no puede ser tratado, como una mercancía, darle un valor comercial y someterla a las leyes del mercado. Aceptarlo es permitirles que después lo hagan con el aire que respiramos.
El agua es de todos y es de nadie. Pertenece a la tierra y a los seres vivos, incluyendo el hombre. La madre naturaleza la distribuye de acuerdo a nuestras necesidades y a las características de cada piso ecológico.
El agua no es patrimonio del Estado. El agua es patrimonio de la tierra. Afirmar lo contrario es una aberración.
¿Qué tiempo de vida tiene el actual Estado?… ¿Cuánto tiempo de vida le pueda quedar? … ya que con la dolarización de las economías y la globalización, los Estados tienen a transformarse y desaparecer.
Los actuales Estados no llegan a 200 años de existencia. Sin embargo en los Andes, hace más de 20,000 años, nosotros desarrollamos una sociedad en armonía con la naturaleza, la cual fue violentada hace 500 años, con la invasión europea. Y donde nuestros hermanos comuneros, guardianes del pasado, conservaron parte de la ciencia que habían logrado desarrollar nuestros abuelos.
El indio sabe que el agua proviene de Wiracocha, quien fecundó a la madre tierra y, aseguró la reproducción de la vida. De allí su carácter de sagrado.
El agua, los nevados, la puna, los bosques, el mar, no son propiedad del indio, pero los cuida y respeta y sabe, que su deber es velar por su preservación y, aún sabiendo que no es su dueño, es capaz de dar su vida por defenderlos.
Es la gran diferencia con el hombre occidental… por eso el diálogo entre ambas partes, muchas veces no funciona.
El Estado solo tiene derecho a velar por la conservación y buen uso de los recursos naturales, durante el tiempo que dure su existencia como Estado. Menos podría hipotecar o vender lo que gratuitamente nos da la tierra y cuidaron nuestros abuelos. El Estado no es eterno… la naturaleza si lo es.
Y la fragilidad de los Estados es tan débil, que ya se plantea que para el 2020, el mapa de la América Andina deberá cambiar y, Estados Unidos, buscará recomponerlo geopolíticamente, de acuerdo a sus necesidades, a fin de seguir como potencia mundial.
Del interior mismo del Departamento de Defensa Norteamericano, se filtró la información de que ellos sostienen que países como Perú, Bolivia y Ecuador, están condenados a desaparecer, por no ser funcionales al proyecto globalizante. Además cuentan con una alta población indígena, que por razones culturales rechaza su proyecto y, no son adictas al consumismo. Pero son en sus territorios, donde hay gas, petróleo, agua y grandes recursos naturales. Visto así, el indio termina siendo un obstáculo para apoderarse de esos territorios. Esto lo saben los gobernantes y las Fuerzas Armadas de los tres países … pero guardan silencio.
Hemos dicho que la escasez del agua es grave y nos preocupa a todos.
Esto ha llevado a que occidente presente una propuesta que, desde su perspectiva, seria una solución viable a los problemas de escasez del líquido elemento. Propuesta que ya ha sido hecha pública en varios eventos internacionales y que plantea:
· “Que en la agricultura, se priorice el agua, a favor de los cultivos y alimentos transgénicos, a fin de que el uso sea más racional y controlado”.
Esto de aceptarse, atentaría contra la gran biodiversidad de cultivos andinos y amazónicos, generaría dependencia de las empresas biotecnológicas, con el peligro – además – de la introducción de cultivos ajenos a esos ecosistemas, que terminarían dañándolos.
· Priorizar el agua a favor de los cultivos de mayor valor comercial.
La cual llevaría a la destrucción de la producción familiar en los Andes. Base de su subsistencia y cultura.
· “Lograr que la inversión privada sea el eje para solucionar el problema de la escasez de agua y, que el Estado privatice el servicio”.
· “Que el agua sea tratada como una mercancía, sujeta a las leyes de la oferta y la demanda, a fin de atraer la inversión privada”.
La cual terminaría convirtiéndose en el arma de exterminio de las comunidades andinas y amazónicas, que tendrían que verse obligadas a migrar a las ciudades, generándose mayor miseria.
El panorama que se presenta es alarmante, ya que el modelo globalizante, se esta caracterizando por la generación de conflictos, que cada día se agudizan más.
Esto nos lleva a tener que aceptar que el agua, su posesión y utilización, será uno de los nuevos conflictos que enfrentará el mundo globalizado.
Nosotros preguntamos:
¿Se puede globalizar la percepción de la condición humana?… ¿Se puede globalizar el sentimiento del indio por la madre tierra, con la del occidental?… ¿Puede haber globalización entre los modos de vida de los HIJOS DE LA TIERRA, con los hijos del sistema?. La respuesta es solo una: NO SE PUEDE.
Los indios, pueblos originarios, los HIJOS DE LA TIERRA, en virtud del Convenio 169/1989 OIT-NNUU, donde los Estados reconocen nuestros derechos y se comprometen a respetarlos, queremos que esos mismos Estados, cumplan con respetar nuestra tierra y territorio, que nos permitan la autonomía para administrarlos y volver a restaurar el equilibrio entre los seres humanos y la naturaleza (roto por la tecnología occidental) para beneficio de todos los hijos de la pacha mama.
… y exigimos que se cumpla con un acuerdo internacional, suscrito por los Estados al más alto nivel.
Jallalla Kullasuyo !!
Email: juanriveratosi@hotmail.com