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Revolución y Perplejidad

Publicado en Actualidad, Sabiduria el 15/02/2006 por admin

yatiri copia Los recientes resultados electorales han abierto, definitivamente, el cauce para una transformación revolucionaria en Bolivia que podría permitir la construcción de una nación sobre principios de equidad e igualdad, convirtiendo su diversidad cultural y étnica y su poderosa energía participativa, en factores dinamizadores y positivos.

Creemos en la tradición pacífica de nuestros pueblos indígenas y en sus prodigiosas reservas morales, filosóficas y creativas. Es asombroso comprobar que varios siglos de opresión y desprecio, de odio y racismo, no pudieron aniquilar el alma de una cultura que cifró sus esperanzas en los valores de la reciprocidad y la solidaridad y que conserva profundamente su visión de amor e integración con la Naturaleza. Eso son los indios que en Bolivia son mayoría.

Esa es la mayoría triunfante y esos hombres y mujeres no han votado para seguir siendo objeto de desprecio y marginación. Ese voto mayoritario no se ha depositado para conservar la soberbia señorial que los ha destinado a la miseria y el abandono. Ese voto ha llevado a uno de los suyos hasta la cumbre del poder político y lo ha hecho para que se cumpla el gran cambio, el Pachakuti profetizado.

Por eso, seguramente, decía Evo Morales, después de la victoria: “ Ya no es hora de quejarnos sino es hora de hacer”. La perplejidad inusitada de algunos grupos de poder y privilegio minúsculos y de gente “blanca” que siempre se ha considerado superior racialmente a los indios, no puede ser más elocuente. Un escritor y político de ese grupo social ha confesado que desde el día del triunfo electoral de Evo Morales, no puede dormir en paz. Y no es para poco, porque un temor casi atávico al indio, posiblemente generado por la memoria colectiva del terrible cerco a La Paz en 1781, en el que pereció la mitad de la población de la ciudad, atormenta el subconsciente colectivo de los señores que ultrajaron, explotaron y despreciaron a los indios y hoy temen la venganza.

Sin embargo, el pueblo triunfante está tomando su victoria con admirable madurez. No hay asomo de manifestaciones revanchistas en las masas que hoy muy esperanzadas, vislumbran la posibilidad de ver terminado o aminorado su cotidiano sufrimiento. Es más, el rechazo a las propuestas violentas, radicales y racistas del otro candidato indígena –hoy en la soledad- son prueba evidente de la disposición al entendimiento y conciliación.

Los pueblos indígenas han acumulado suficientes motivos para la venganza. Tanto maltrato, abuso y postergación, serían suficientes motores para desatar la violencia reivindicativa, pero no ha ocurrido y parece posible la transformación revolucionaria sin revanchismos.

Esas masas han atesorado las enseñanzas de su experiencia histórica, han aprendido la paciencia del oprimido que tiene fe en su destino libertario. Debe considerarse, no obstante, que esas masas tienen memoria positiva de su pasado histórico y lo toman muy en cuenta a la hora de reclamar sus derechos.
No han sido masas inertes e indiferentes en el pasado y han luchado siempre por su liberación: con la guerra, cuando no había otra alternativa y con la resistencia pasiva, conservando sus tradiciones, su cosmogonía, su pensamiento cuando era necesario.

Se alzaron contra los conquistadores españoles desde su llegada a estas tierras; se alzaron en 1781 en una gigantesca gesta militar que sitió las ciudades causando más bajas en sus enemigos que en las mayores batallas de la guerra de la Independencia que encabezó Bolívar; combatieron junto a los jefes guerrilleros durante 15 años y fueron la tropa básica de la guerra de guerrillas hasta la creación de la República.

Y volvieron a alzarse contra esta, cuando Melgarejo arrebató las tierras de sus comunidades. Continuaron insurgentes en innumerables sublevaciones que culminaron en la Guerra Federal cuando derrotaron al ejército del Presidente Alonso y fueron traicionadas por el General Pando.

Continuaron alzándose para reclamar sus tierras en los años precedentes a la Guerra del Chaco y se alzaron contra los terratenientes del altiplano y los valles hasta que la revolución de 1952 comenzó a repartirles la tierra.
Hicieron la guerra armada e hicieron la guerra silenciosa al replegarse a la soledad del campo, cuando debieron luchar por sus ideas, por sus creencias, por su ideología, simulando ante los curas devoción, incorporándose sólo a las manifestaciones litúrgicas de la religión impuesta, como las misas y procesiones, porque en el fondo, nunca aceptaron los contenidos del Evangelio, la ideología de la religión invasora, ya que jamás identificaron el mal con el amor, el sexo con el pecado. Esa guerra callada la ganaron lejos y aquello les permitió ser ellos mismos a través de los tiempos y preservar su Identidad.

Por eso hoy continúan venerando a la Pachamama, a los Achachilas, dioses tutelares de Los Andes, siguen hablando con las plantas, considerando hermanos a los animales que les ayudan a vivir, y siguen consultando en las hojas de la coca sagrada su presente y su futuro.

Ellos son gran parte de los bolivianos que votaron por Evo Morales, hombres y mujeres que hablan sus lenguas vernaculares. Miles de ellos han emigrado a las ciudades en busca de trabajo, pero no han abandonado del todo su cultura, mantienen los nexos con sus comunidades de origen y siguen venerando a sus dioses tutelares.

Han sido cientos de años una nación clandestina que ha sobrevivido a la invasión, pensando la vida a su manera, componiendo su realidad respetando tradiciones y organizaciones sociales propias. Sus opresores, no esperaban su presencia multitudinaria y hoy están perplejamente obligados a respetar el veredicto popular. Han sido vencidos, no sólo por la multitud, por la cantidad, sino por la diversidad.

Hace algunos años publiqué un artículo llamado La Diversidad Afortunada para referirme a lo que siempre he considerado la principal riqueza de nuestra nación, porque la diversidad cultural de Bolivia nos hace pródigos y ricos en productos espirituales que son los productos inmortales de la imaginación.

Cada pueblo sabe imaginar su futuro con la sabiduría que le llega desde las remotas fuentes de su experiencia histórica, pero más que nada, de la suma de saberes que se han acumulado en la elaboración de una cultura cuya inventiva es infinita, cuyas sabidurías nos benefician a todos, sea con su arte, con sus habilidades en muchos campos, con su conocimiento profundo de sus respectivos entornos y con sus propias y notables maneras de pensar las realidades que dominan.
Esto los ha hecho atinados, juiciosos y certeros. “La diversidad afortunada”, sabía que había llegado la hora, el momento decisivo, el 18 de diciembre.
Es también evidente que la derrota de la derecha ha sido catastrófica no solo en términos políticos. El mayor fracaso no estuvo en las urnas sino en la incapacidad de ese estamento social por comprender la realidad en la que actuaba.

Saben poco sobre el país en el que viven, tienen dificultades para leer nuestra realidad social, desprecian las posibilidades culturales y económicas de nuestra diversidad cultural y no sospechan la complejidad del pensamiento andino, porque siempre lo subvaloraron, no se percataron que ese pensamiento no responde ni a la lógica kantiana ni a la certidumbre racionalista francesa.
Una izquierda señorial, todavía presente, padece similar ignorancia.

LOS FENÓMENOS PUEDEN NO SER PARA SER

El pensamiento andino, en el que los fenómenos pueden no ser para ser, lejos de Parménides que inmovilizó al Ser al sostener que el “Ser es”, y de Descartes que confió a la razón la única posibilidad de conocer la verdad,es un pensamiento distinto.

En ese pensamiento el sí puede significar no, muchas veces, y al revés, dependiendo de la circunstancia, porque su carga significante maneja una dialéctica distinta a la occidental. Un pensamiento que reconoce en la intuición un poder mayor que el del razonamiento desconcierta a los pensadores que se han formado en la escuela occidental.

Ese pensamiento se articula en la fusión de los opuestos, en el Tinku o encuentro de los adversarios y la pelea, que es desencuentro, se hará para encontrarse. Y si no se comprende la paradoja no se entiende nada.
En el norte potosino se exorciza así la violencia que podría volverse permanente, con la violencia ritual de la dura pelea campal y anual del Tinku, en medio de cánticos y música.

En esa fiesta de enfrentamiento se resuelven todos los entuertos y malentendidos, las ofensas y agravios acumulados durante el año en la interelación de ayllus o comunidades rivales. Porque no todo es ideal y la sobrevivencia es muy dura, en las ventosas y gélidas altipampas o en los valles erosionados por las sequías recurrentes, condiciones que sin falta, generan conflictos de todo orden.

Los pueblos andinos, desconcentraban permanentemente el poder político para evitar su envilecimiento. Hoy mismo, el jefe de una comunidad, de una organización indígena o el dirigente de un sindicato obrero sólo representa al poder, porque no existe orden piramidal. El poder político andino nace en las bases de la sociedad, en la voluntad colectiva y gracias a esa mecánica social fueron posibles los grandes movimientos de masas organizadas que han cambiado el panorama político boliviano.

La consulta, la transparencia, la atención y respeto a la opinión de los demás han sido fundamentales herramientas para el triunfo electoral. Esa concepción del poder no concentrado ha sido también de vital importancia en las recientes convulsiones sociales que están cambiando Bolivia…

En la cultura andina se manejan, en el intercambio económico, no sólo valores materiales, sino sentimientos y esto es lo notable, porque descoloca cualquier discernimiento basado en la lógica utilitaria.
Sentimientos de solidaridad y reciprocidad que nada tienen que hacer con la suma aritmética del 2 + 2 = 4.

En el norte de Potosí, cuando se intercambia una llama por un costal de maíz, se está adquiriendo una amistad que no tiene precio.
Cuando, en una feria del altiplano, una vendedora de locotos rechaza vender todos sus frutos de una sola vez, aún a un mayor precio, está revelando la conciencia de una función social que tampoco obedece a la lógica del mercado occidental.

En ese pensamiento las ideas de la libertad están lejos de confundirse con el pragmatismo libertino.
Un pensamiento en el que los sujetos son libres en la libertad del grupo social y nunca –a decir de Mariátegui- son menos libres que cuando están solos. En el mundo andino nadie busca la “libertad” del neurótico que se adjudica el insensato derecho de hacer lo que le venga en gana. Resulta autodestructivo no armonizar con los demás.

El individuo, cuya singularidad es reconocida permanentemente en la comunidad, ejerce una libertad responsable, conoce los límites para no dañar al otro o a los otros, y su propio accionar libre está garantizado por la protección de los demás, en la medida en que forme parte armonizada con el conjunto. Aislado, individualizado, está condenado a desaparecer, a emigrar, a disgregarse.

UN HOMBRE LLENÁNDOSE DE LUZ

Hace muchos años, cuando en una oportunidad en la que el reventón de una llanta me hizo buscar ayuda en una carretera del altiplano, llamaba a gritos a un campesino que, en esa hora crepuscular, se hallaba sentado en la cima de una colina. Un anciano que presenciaba mis inútiles intentos, se me acercó para decirme que el hombre no iba a descender hasta que el sol no terminara de ocultarse. Le pregunté porque razón y su respuesta fue tan sencilla como inquietante: “Porque se está llenando de luz”. “¿Y para qué?”, pregunté desconcertado. “ La gente reunida de nuestra comunidad le ha elegido Jefe para este año”. Me di cuenta esa tarde maravillosa que la cultura de la mayoría de mi pueblo, me era desconocida.

Se trata, pues, de la presencia de dos distintas cosmovisiones y el gran desafío político presente, no radicará tanto en resolver problemas de déficit en la balanza de pagos o en hacer acuerdos con las transnacionales que respeten nuestra soberanía, sino en conjugar, en armonizar, partiendo del respeto mutuo, las dos distintas maneras de componer nuestra realidad, las dos distintas maneras de pensar el mundo que podrían y deberían conjuncionarse, reconociendo el papel estratégico de la cultura de las mayorías en una sociedad en cambio y transformación.

Difícil tarea social y política que no puede hacerse de la noche a la mañana y que requiere del concurso de esas dos Bolivias que deben encontrarse en la contemplación desprejuiciada; dando y recibiendo, admirando y respetando, para incorporar los beneficios de la tecnología de la modernidad sin perder los horizontes de la propia identidad cultural.

Un médico cirujano que puede salvar una vida, allí donde la medicina tradicional no alcanza, deberá mirar al herbolario con el mismo respeto que reciba de este, porque un verdadero callahuaya, que conoce el uso de 2 mil o 3 mil plantas medicinales, es tan culto como el cirujano que opera una peritonitis, como muy culto era aquel campesino –que tuve la suerte de conocer– que podía guiarse en la noche con solo mirar el cielo estrellado ya que le eran familiares más de 600 estrellas.

La familiaridad con la naturaleza, la sabiduría heredada para relacionarse con ella y el contacto cotidiano, han hecho de los pueblos indígenas grupos humanos privilegiados en muchos sentidos y por otra parte, la convivencia colectiva les ha permitido gozar de una condición de armonía psicológica que los “civilizados” ya no conocen.

En cuanto el individuo es desarraigado del grupo empieza la neurosis y el miedo, se rompe el orden natural, el estado natural gregario y probablemente muchos problemas psicosociales e individuales de la sociedad moderna se deban a esa fractura. Ocurre con el indígena que deja la comunidad y rompe sus lazos con el grupo. Su desarraigo y pérdida de identidad cultural lo hacen susceptible a la corrupción y a la violencia y aquellos desarraigados que se elevan con el dinero, resultan, muchas veces, más racistas con sus hermanos de etnia que los blancos discriminadores.

Los vínculos con la comunidad de origen, se prolongan hasta futuras generaciones ya mestizadas. Lo vemos en la fuerza del folklore boliviano que sorprende a propios y extraños, intensificándose año tras año; lo vemos en las tradiciones y prácticas religiosas paganas que llevan a comerciantes mestizos del valle de Cochabamba a subir a las apachetas el primer viernes del mes de enero para ofrendar una “mesa” a la Pachamama y pedir buena fortuna; o agradecer en Oruro a la Virgen católica bailando “Diablada”.

EL DIA DEL PACHAKUTI

En la ciudad de La Paz, poblada mayoritariamente por aymaras y mestizos, y donde la votación por el candidato indígena se acercó al 70%, no existe una violencia delincuencial notoria.
Los periodistas extranjeros, que llegaron días antes de las elecciones, se sorprendieron mucho de la posibilidad de salir de sus hoteles en altas horas de la noche sin problemas de ese tipo. Si ocurre un asalto será excepcional como excepcional sería que no ocurriera en Bogotá o Lima.

Hay tanta o más pobreza que en otras ciudades de América Latina, pero la población indígena que compone la mayoría de sus habitantes, procede del campo, no ha roto sus vínculos sociales con la comunidad de origen y en general vive en la ciudad cerca o vinculado a su gente que le ayuda o protege. El individuo no está solo y las tradiciones de honradez aymara pesan mucho.

Los banqueros están descubriendo sorprendidos –porque en general muchos de ellos siempre han pensado lo peor de los indios- que sus clientes más cumplidos y responsables son artesanos, pequeños comerciantes y gremialistas de origen indígena.

La disciplina y el rigor indispensables para sobrevivir en el altiplano han llegado con ellos a las ciudades. Y la ética de la solidaridad, que nada tiene que ver con la “ética indolora” de la postmodernidad, de la que nos habla el filósofo Lipovesky –caracterizada por el oportunismo–, anida en la conducta de la multitud indígena.

Son revolucionarias las ideas, ejemplos y prácticas vigentes del mundo indígena y pueden enriquecer profundamente la praxis de una política social y económica de justicia y equidad, porque ambas categorías están contenidas en su filosofía.

Bolivia tiene la oportunidad de dar ahora un salto gigante de carácter histórico. El viejo Estado, creado para servir a los señores y excluir al pueblo, parece haber llegado a su fin. Tal vez debamos sufrir los bolivianos aún sus últimos coleteos, pero es incuestionable que la conciencia generada en el pueblo, de alcanzar el poder político, está cambiando a Bolivia irreversiblemente.

EL DIA DEL PACHAKUTI

La masiva asistencia indígena y popular al acto democrático electoral del 18 de diciembre ha sido pródiga e inquietante. Un nuevo fenómeno que, a mi entender, tiene que ver con el universo colectivo de los pueblos originarios, se ha hecho presente en mi percepción. Siento que había un secreto entendimiento entre ellos, una certidumbre de la intuición, de que ya había llegado el día del Pachakuti, el día del gran cambio, anunciado por los mitos y las leyendas.

Es un hecho que no sólo los indios se volcaron a elegir a un candidato igual a ellos, confiando en su habilidad para representarlos. Lo hizo a su vez la clase media, unos, tal vez por repudio contra la envilecida clase política; otros reconociendo la integridad moral del candidato indígena y probablemente confiando en la solvencia intelectual del candidato a Vicepresidente, y quizás los últimos, ansiosos por un gran cambio, apostaron al más distinto, en una suerte de ruleta rusa.

No podemos aún construir una idea precisa de lo que ocurrió el 18 de diciembre, porque creo que estamos demasiado cerca de estos hechos trascendentales. Tuvieron que transcurrir muchísimos años para que los bolivianos pudiéramos aquilatar el proceso del 1952. Esa cercanía sólo nos permite conjeturar, pero creo que un apasionante fenómeno social ha movilizado a los indios de Bolivia.

EL IMAGINARIO SOCIAL INSTITUYENTE

El gran filósofo griego-francés Cornelius Castoriadis, llamó lo Histórico Social o el “imaginario social instituyente”, a ese poder de accionar de las masas que en momentos de emergencia se autoinstituyen y autotransforman.
¿Una multitud puede moverse orgánicamente, actuar y triunfar sin líder, sin partido que coordine?
Las masas triunfantes que expulsaron del poder a Sánchez de Lozada en octubre, actuaron con asombrosa eficacia para reunirse -a pesar de la feroz represión armada- para deliberar colectivamente y decidir acciones y medidas. Sindicatos, juntas vecinales, gremios y estudiantes al tiempo que recogían sus muertos y heridos articularon una insurgencia que volcó más de 200 mil personas, decididas a ofrendar sus vidas, sobre la ciudad de La Paz.

Los alteños expulsaron al Presidente vendepatria, inspirados por sus seculares tradiciones culturales organizativas comunitarias andinas, por la experiencia de los viejos sindicalistas mineros “relocalizados” que hoy habitan en la ciudad de El Alto y tal vez por la memoria histórica acumulada desde el remoto cerco de La Paz que encabezaron Bartolina Sisa y Julian Apaza en 1781.

En esa circunstancia histórica, las masas alteñas instituyeron un nuevo poder político popular, sin dirección de partidos políticos o líderes tradicionales, pero con la claridad suficiente como para saber que protagonizaban un momento histórico y podían exigir un nuevo Estado que sea capaz de resolver sus demandas, buscando en la Asamblea Constituyente un nítido instrumento para construirlo. El 18 de diciembre las multitudes del país entero, alentadas por la memoria del poder colectivo probado en Octubre, salieron confiadas a recuperar una soberanía que les pertenece.
Confío mucho en la sagacidad de las masas insurgentes, en su capacidad de autoinstituirse y de intuir y marcar los derroteros por los que debe marchar el gran cambio. Esa sagacidad colectiva, que ha demostrado claramente su presencia en los grandes levantamientos recientes, ha instituido un control social de enorme eficacia, tanto que pudo paralizar la maquinaria de la corrupta clase política, cuyos partidos rezan hoy los responsos de su entierro.
Los viejos políticos y sus partidos se vieron sitiados por esas multitudes vigilantes y exigentes que les obligaron a cambiar la Ley de Hidrocarburos, llamar a nuevas elecciones y convocar a la Asamblea Constituyente. Ese mismo control social, instituido en la Asamblea Constituyente, contiene la fuerza para contener apetencias desmedidas, autoritarismos, desmanes y corrupción que han caracterizado la conducta de los políticos tradicionales, y que podrían volver a presentarse en medio de la euforia y el mareo de muchos de los que ahora llegan a mandar.

El mundo entero mira a Bolivia perplejo e intrigado. Estoy persuadido que si este proceso político, social y cultural logra consolidarse, tendremos también respuestas positivas para el mundo exterior, globalizado y aterrorizado por el dominio de un imperio deshumanizado que actúa ofuscado por el miedo, por su hiperdesarrollo tecnológico y por la terrible soledad del individualismo.

Los Colores del Kumiri y la Wiphala

Publicado en Sabiduria el 10/02/2006 por admin

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Los abuelos del alma mundo enterrados en nuestras comunidades rurales deben tener sus ajayus (almas) tristes. Ellos, sumidos en este desdén, que, desde la llegada del hombre blanco a nuestras tierras, ha diezmado, enterrado y arrinconado nuestras posibilidades de desarrollo.

Este se desencadena por la constante explotación de los recursos que nuestra pachamama (madre tierra) abriga, y por la ciega y ruda sub valoración de nuestra forma de vida (suma khamaña), otrora fuentes de nuestras riquezas, y semillas plantadas en la sayaña (campo) cósmico del futuro, albergando en su cosecha, el mensaje de sustentabilidad que el hombre contemporáneo debería leer y aprehender para su subsistencia.

Este triste sentimiento que desgarra las antiguas chullpas (tumbas) se acrecienta aún más, por la sesgada actitud de los hijos de la tierra, quienes con el pasar del tiempo han abandonado las prácticas espirituales y sagradas que son en sí, la fuente fundamental de nuestra filosofía e ideología andina.

No debería extrañarnos los sinnúmeros de fenómenos naturales y accidentes en las comunidades que son causados ya sea por explicaciones lógicas, como por hechos sobrenaturales que se enmarcan más bien en lo religioso, místico y sacro de nuestra creencia como andinos.

Los «pagos» y ceremonias sagradas son hoy reemplazados por híbridos agasajos comunitarios traducidos más bien como actitudes de opulencia económica media y alta, que sentencian la desconexión total o parcial de los hombres con la vida en comunidad y en torno a los valores de la sagrada pachamama.

Como quebradeño (de origen en la quebrada o valle andino) no puedo desconocer un mea culpa actual: no sería justo hablar de la historia sin dejar de culpar a sistema y culparnos a nosotros mismos.

La raíz del problema de desconexión con nuestras raíces, si bien se desencadena con la oleada emigrante que la crisis de 1929 sacó de nuestros poblados, se acrecienta también con esa áspera fusión que dice haber nacido en la pampa salitrera, y que en cuyas remembranzas desconoce, de manera cómplice con la historia y sus interlocutores, la incidencia de la raza andina en toda su mixturada cultural que hoy se representa.

telar ay El destino no podía ser menos estratégico, si consideramos que los mayores yacimientos mineros se encuentran en las regiones de depresión intermedia y valles altoandinos, sectores donde la escasa demografía da razón del párrafo anterior, y que además son, hoy por hoy, terrenos “abandonados” y muchos de ellos en manos del Fisco.

Pero, no son más que terrenos muertos por no considerarse provechosos para un “desarrollo económico”, concepto aprendido en las aulas y universidades que el sistema alimenta y que son el horizonte común de toda expresión capitalista y de aprovechamiento que hoy reclamamos con sentimiento, pero con poca consecuencia.

Quizá ya antes del Tawanintinsuyu, la forma de expresión comunitaria estaba segmentada de tal forma que estaría replicándose en la actualidad, por una situación cíclica de nuestro mundo (el andino).

En relación a los grupúsculos de hermanos que de una forma u otra, consecuente o inconsecuentemente, han tomado hoy la bandera, no la wiphala, de la defensa de nuestros recursos, y que como ya fue conocido por todos, esa segmentación no sé ahora si cíclica, pero si de una violencia y falta de respeto mutuo a tal de engrescarse y agredirse verbal como físicamente.

Si hablamos de estrategia, el capitalismo tiene muchas, y su mejor campo de juego es la segmentación de las bases sociales, y el descrédito que entre ellas se puedan crear, so pretexto lo último de transar con los pocos, intereses de los muchos.

Si bien este escenario no podía ser más desolador, aun existe una brecha por donde se encamine la recuperación de nuestros valores, de nuestra religiosidad y por consecuencia se adiestre a nuestros hijos en la defensa de nuestra pachamama, hecho que tiene que ver directamente con la recuperación de nuestra identidad propia, con ejercicios sociales comunitarios, y no sólo con la palabra sino con hechos.

Un niño no será consecuente con sus tradiciones si sus padres no las practican, y menos aún si no existe la mas mínima intención de recuperar nuestras lenguas madres (aymara y quechua), fuentes ambas del depositario ideológico y filosófico de nuestras dos grandes naciones.

Mensajes para hacernos un mea culpa hay hartos, y en todas direcciones. Los sabios andinos (amawtas) no nacen de una elección entre hombres (no genérico), sino que es una elección de vida para la vida de los hombres, mensaje al parlamento aymara.

El ser originario obedece a una situación de pertenencia terrenal y espiritual con la pachamama, muy rara vez se puede hablar de comunitarismo o actuar en su nombre, si no sé pertenece, lógica, espiritual y culturalmente a una pacarina (origen).
La Paxsi (luna) no es la contraria al Inti (sol), sino su complemento, pensar contrario a esto, significaría vivir en las tinieblas de lo faltante, del complemento que son los que no piensan igual que uno, pero que son la otra parte de la verdad.

Cuando todos piensan igual es porque nadie piensa, de allí que el pensamiento comunitario tenga de todos los colores del kumiri (arco iris) andino que forman la wiphala, ellos y sus combinaciones, son las luces que alumbran la razón del mundo.

Pensar como andino originario, es sentir en las diástoles y sístoles de cada impulso vital, las fuerzas vivas de la naturaleza.

La Profecía del Tercer Pachacuti

Publicado en Madre Tierra, Sabiduria el 08/02/2006 por admin

Inca Pachacuti www.learner.org

«Esto fue un verdadero Sunami», exclamó azorado a los cuatro vientos Tito Hoz de Vila, un ex ministro y hoy senador de la derecha residual boliviana, refiriéndose al inclemente y devastador triunfo popular en las urnas del domingo 18 de diciembre. Ese día llovió a cántaros en algunas regiones del país y sucedieron hechos más que emblemáticos, acaso proféticos. En la ciudad de El Alto, un anciano aymara que agonizaba de vejez en su choza de adobe se dio modos para asistir al acto comicial y murió después de votar, en pleno recinto electoral, cumpliendo su última voluntad, el último acto de su vida: votar por un indio para Presidente de Bolivia.

La premonición se cumple. Lo que vendría después de aquel domingo lluvioso no fue resultado de un mero cálculo de correlación de fuerzas o una millonaria jugada de marketing; era un Designio. Entonces la lluvia se hizo diluvio en los lugares más sagrados y abandonados de este territorio, como en Chucaracito, en Saucarí u Orinoca, donde sacerdotisas ancianas que llevan sangre de ñustas en sus venas —hermanas distantes de los Q’ero del Cuzco— subsisten en medio de ruinas precolombinas y miserias neoliberales, resguardando las profecías en el idioma arqueológico y desconocido de los chipayas y los limachis. Y en algún lugar a orillas del Poopó o en las laderas del Sabaya los rayos sacrificaron llamas y corderos.

Pero, mi estimado Tito, eso no fue un Sunami. Fue el Pachacuti.

La Vuelta al Mundo

Según una definición que nos ofrece Victor Hugo Sepúlveda, el Pachacuti «representa un cambio profundo en el ser humano. Una especie de renacer de las personas que se produce a partir de un fenómeno climático o un gran movimiento social que deriva en una transformación total de las conciencias, y por ende afecta a toda la sociedad establecida».

Ver al respecto:http://revista.serindigena.cl/props/public_html/?module=displaystory&story_id=738&format=html

Pacha en aymara significa Tierra, Mundo; Cuti es re-torno. En la tradición oral que persiste aún en nuestros días, este ancestral concepto pervive en ciertas zonas urbanas y rurales de Bolivia en forma cotidiana. Entre los niños bolivianos es usual aplicar el aymarismo «cuti-vuelta» para denotar revancha o nueva oportunidad en los juegos de competencia.

El Pachacuti tiene que ser universal o no será Pachacuti. Por algo es una profecía. La CNN de Atlanta y la BBC de Londres ya forman parte de este cambio mítico desde que se percataron que un indio enchompado siendo recibido con honores por los reyes de España produce alto raiting.

La historia da cuenta de dos Pachacutis claramente reconocibles, aunque algunos estudiosos sostienen que ya han habido once hasta nuestros días. Uno de ellos se asocia con el gran terremoto del Cuzco Perú de 1949 que destruyó muchas iglesias y gran parte de la hermosa ciudad colonial. El último Pachacuti, en el plano político y social, podría ser el reciente ascenso de Evo Morales, cuya posesión en Tiahuanaco resulta algo más que un espectáculo mundial.

El Primer Pachacuti

Aunque su génesis es profundamente religiosa, el Pachacuti tiene una dimensión histórica y política muy concreta. A la luz de la experiencia boliviana, puede constituirse en un modelo de interpretación de procesos sociales y culturales en un contexto integral, ecológico incluso. Es una herramienta para la posmodernidad.

Sepúlveda habla de un Primer Pachacutec que se habría producido en el periodo del Tiahuanaco temprano, cuando quechuas y aymaras conformaban una sola nación. Se habría producido un gran diluvio que elevó el nivel de las aguas del lago Titicaca y el dios Tunupa, navegando en su manta convertida en balsa, fue abriendo la tierra hacia el sur, entre los cerros y la pampa en un serpenteante camino que dio origen al río Desaguadero que es el rebalse natural del lago. Con esta acción se salvaron todos los poblados costeros de morir ahogados por las inundaciones. Este flujo constante de agua que hasta ahora se mantiene, formó los lagos Uru-Uru y Poopó para luego seguir su curso hasta la Pampa de Aullagas donde el agua es absorbida por la tierra. Allí termina su navegación el dios Tunupa o Tawapaca y comienza su largo peregrinar por los salares y regiones del altiplano. Su misión era salvar a los pueblos de la barbarie en que se encontraban y para eso les enseñaba técnicas de cultivos y la crianza de animales, además de predicarles la paz, la solidaridad y la amistad entre todos. Ese largo recorrido que llega hasta las costas del Océano Pacífico ha quedado inscrito en los innumerables petroglifos de antigua data que fueron quedando a su paso, tallados en las rocas o dibujados con piedras de gran tamaño en el faldeo de los cerros.

El Segundo Pachacuti

El Segundo Pachacuti surgió en la última mitad del siglo XV, cuando las diferencias religiosas y económicas entre quechuas y aymaras comenzaban a acentuarse como resultado de un desarrollo diferenciado de las fuerzas productivas. Eran tiempos en que los reyes incas, originariamente quechuas asentados al norte del Lago Titicaca, enfrentaban serias dificultades políticas para dominar a los pueblos sureños del collado aymara. Los rebeldes aymaras cuyo territorio abarcaba todo el sur del Titicaca —desde el Tiahuanaco, pasando por los actuales territorios de Cochabamba, Oruro, Potosí y Chuquisaca, incluyendo los del norte argentino y chileno—, se resistían a someterse bajo el dominio del Estado incaico por una sencilla razón religiosa: los quechuas del Cuzco habían superado la etapa del comunismo primitivo avanzando hacia un modelo civilizatorio estatal, clasista y monoteísta, pretendiendo destruir los lazos comunitarios y de reciprocidad (ayllu y ayni) que aún pervivían en los pueblos politeístas aymaras del sur. Tupac Pachacutec intentó convencer a los rebeldes aymaras del sur que —como su nombre mismo denotaba— él era no sólo hijo del Sol, único dios, sino la encarnación misma del mundo terrenal, y para imponer tal hegemonía fundó Macchu Picchu como el centro de ese mundo.

Los aymaras, que se negaban a adorar exclusivamente al dios Sol, decían que Pacha era una deidad entre muchas otras y entraron en guerra con los quechuas para defender su comunidad de dioses, derrotando a Pachacutec. Pero el inca no se dio por vencido y anunció que volvería «para poner las cosas en su lugar».

Correspondió al hijo de Pachacutec, su sucesor Tupac Yupanki, hacer cumplir la profecía del inca derrotado. Y lo hizo pactando con el adversario rebelde.

El enigma del Estado Comunitario

Mi ensayo «En los umbrales del horizonte utópico» que incluí en el libro «Historia del Milagro» (Ed. Los Tiempos, 2001), establece que si bien la estructura política del Collasuyo se hallaba herida de muerte ante la expansión quechua incaica, durante el Segundo Pachacuti, es indudable que el poderío aymara estaba intacto en su compleja expresión religiosa. Esto dio lugar a un «matrimonio de facto» entre las principales deidades aymaras, representadas por la Pachamama, y el Inti o dios Sol de los Incas. El Estado Inca, al final, tuvo que asimilarse oficial y formalmente a la religión aymara todavía hegemónica en el ancestral mundo andino.

Confirmando aquello, de Huarochiri emergió una hermosa leyenda según la cual el inca quechua Tupac Yupanki, para hacer cumplir la profecía de su padre Tupac Pachacutec, se vio obligado a rendir devoción a uno de los «huacas» más influyentes del mundo aymara, Pariacaca, exigiendo en recompensa que, con su mediación, los dioses colaboren con el Inca en su guerra para conquistar a los ayllus rebeldes al sur del Titicaca.

Ver al respecto:http://www.altercom.org/article123468.html

http://www.voltairenet.org/auteur120049.html?lang=es

http://www.bolpress.com/temas.php?Cod=2005001463

http://www.adital.org.br/site/noticia.asp?lang=ES&cod=17363

Los dioses aymaras aceptaron ayudar al Inca bajo la condición de que los gobernantes quechuas desistan de su plan monoteísta y ejerzan un sacerdocio rindiendo culto a la Pachamama. El negociador aymara fue el dios Macahuisa, hijo de Pariacaca. Dice el relato: «Mientras Macahuisa hablaba, de su boca salía un aliento muy denso cual si fuese humo verde. Y se dice que también en esa sazón comenzó a soplar su zampoña de oro. Su pinquillu también era de oro. En su cabeza llevaba coronada la diadema. Su phusuca también era de oro, en tanto que su camiseta era negra. Dieron a Macahuisa para su viaje una litera de las que se llaman Chicsirampa, destinada a transportar al propio Inca. Y fueron escogidos por el Inca, para acompañarlo, unos fornidos callahuaya. (…). Lo transportaron hasta la cima de un cerrito; una vez allí, Macahuisa, el hijo de Pariacaca, comenzó, poco a poco, a caer bajo la forma de lluvia. Los hombres de las comunidades rebeldes empezaron a organizarse, preguntándose qué podría significar este fenómeno. Atacándolos con sus rayos, Macahuisa aumentó la lluvia y así abrió quebradas por todas partes, y arrastró a los miembros de todas estas comunidades rebeldes con sus aguas torrenciales. Aniquiló a los kuracas principales y a los hombres valientes con sus rayos. Sólo una parte de la gente común se salvó. Si hubiera querido, habría aniquilado a todos. Así, después de haber vencido a todos los demás rebeldes, los persiguió hasta el Cuzco. Desde esa época, el Inca apreció todavía más a Pariacaca y le otorgó cincuenta Yanas».

Así fue cómo se impuso el Segundo Pachacuti: el imperio Inca se constituyó en una unidad quechua-aymara, base de la nueva nación y de un emergente Estado Comunitario, que permitió a Huayna Cápac «quechuañizar» pacíficamente a los aymaras del Collasuyo desplazando a sus mitimaes, pero el paradigma de ese Estado Comunitario quedó como un enigma hasta nuestros días, al haber sido interrumpido por la sangrienta conquista española cuya brutalidad, cuando descuartizaron al caudillo Tupac Katari, hizo renacer la esperanza de que algún día llegaría el Tercer Pachacuti, con el «Jacha Uru» de un melodioso nuevo amanecer (WGM).

Los ceremoniales andinos son solemnes

El persistente atraso económico y la secular exclusión racial que prevalece en gran parte de los territorios indígenas de Bolivia, es soportada casi estoicamente por estas poblaciones injustamente marginadas de la modernidad, gracias a la fe con que tales pueblos mantienen sus ritos ancestrales, ligados a la profecía del Pachacuti.

Mientras más excluidas y empobrecidas son estas comunidades, más fuertes son sus ritos y creencias politeístas, sincretizadas con el cristianismo en una estrategia fervorosa de subsistencia étnica y social.

Existen incluso en las orillas del Lago Poopo, vecinas a poblaciones Urus y Chipayas, pueblos aymarófonos a donde no llegaron ni los mitimaes quechuas de Huayna Cápac y donde se habla una purísima lengua aymara distinta a la paceña —que tiene clara influencia quechua en su fonética— hoy en vías de extinción.

Estos lugares, de donde proviene el flamante Presidente Indígena de Bolivia, son verdaderos yacimientos arqueológicos habitados por seres que parecen extranjeros cuando emigran a las ciudades expulsados por tanta miseria.

Sin embargo de este abandono, por la fuerza del Pachacuti, estas poblaciones conservan intactos sus ritos y ceremoniales que mantienen viva la profecía.

Son pueblos, además, activamente festivos. El cristianismo no ha podido extirpar muchas idolatrías que hoy se encubren bajo el santoral católico; todavía existen dioses mayores y menores, «huacas» y «willcas», que son objetos de fiestas de la fecundidad y de la tierra bajo la dirección de sus jilakatas y mallkus que son, además de líderes comunitario, sacerdotes («huacsas») de estos cultos ocultos.

Los ritos de la Estrella o Mosoq Karpay, los ritos del «Tiempo que ha de Venir» —plenas del incienso de las k’hoas que constituyen evocaciones a los espíritus antepasados— son cruciales para el cumplimiento histórico de las profecías.

Los karpay (ritos) plantan la semilla del conocimiento, la semilla del Pachacuti, en el cuerpo luminoso del recipiente que la contiene. Depende de cada persona regarla y cuidar de la semilla para que ésta crezca y florezca. Los ritos son una transmisión del potencial; uno debe luego abrirse al destino.

Esta cosmogonía quechua-aymara ha permitido que en Bolivia se produzca una revolución pacífica, con votos y no con balas, y es deber de todos, indios o no, celebrar y preservar este triunfo de la Profecía. (WGM).

La Profecía de los Q’ero

Brad Berg atribuye a los Q’ero —una tribu cuzqueña de 600 personas que buscaron refugio en alturas superiores a los 4.200 metros con el fin de escapar de los conquistadores— el mérito de haber resguardado esa profecía sagrada que habla del gran cambio: el mundo saldrá del revés en que se encuentra y quedará al derecho mirando hacia arriba otra vez. El orden social justo y la armonía con la naturaleza serán restituidos por fin, terminando con el caos y el mal generalizados.

Esta profecía alienta la esperanza del renacer a una realidad más favorable y digna para los indígenas, los pobres y las clases oprimidas.

Similares a la de los Q’ero, al otro extremo del Ande, de donde surgió Evo Morales, existen comunidades aymaras que no llegaron a ser siquiera sometidas por el inca quechua, donde se conservan intactas aquellas relaciones míticas entre pueblos que además son los más empobrecidos de Bolivia. (WGM).

Comentarios, críticas, quejas o insultos a propósito de este ensayo, al siguiente e-mail: llactacracia@yahoo.com

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Wiphala

Publicado en Costumbres, Sabiduria el 01/01/2006 por admin

wipalaLa Whipala es bastante más que la bandera y el emblema de la nación Andina y de los Aymara Quishwa, es la representación de su filosofía andina y, actualmente, el símbolo de la resurrección de la cultura que fluyó de los primordiales Cuatro Estados del Tiwantinsuyo.

Durante muchos años la colonia española prohibió la sagrada Whipala que hoy vuelve a ser reconocida y comprendida a pesar de las eras de persecución y el intento de borrar su significado.

A continuación una brevísima introducción a su simbolismo.

La Whipala está compuesta de 49 espacios con los siete colores del arco iris.

En el centro está atravesada por una franja de siete cuadrados blancos que simbolizan las Markas y Suyus, es decir la colectividad y la unidad en la diversidad geográfica y étnica de los Andes. Esta franja representa también al principio de la dualidad, así como la complementariedad de los opuestos, por lo tanto unión de los espacios; y así la oposición complementaria o fuerza de la dualidad, es decir: fertilidad, unión de los seres y, por consiguiente, la transformación de la naturaleza y los humanos que implica el camino vital, y la búsqueda a la que éste nos impulsa.

Sus Cuatro Lados

Los cuatro lados de la Whipala conmemoran tanto a los Cuatro Hermanos Míticos; Ayar-kachi, Ayar-uchu, Ayar-laq’a y Ayar-k’allku, quienes fueron los precursores de los Cuatro Estados originales del Tawantinsuyu; así como simbolizan al calendario Cósmico de los Aymará Quishwa; las cuatro épocas del año divididas por las cuatro festividades que las conmemoran: JUYPHI-PACHA o estación fría, LAPAKA-PACHA, estación del calor, JALLU-PACH-A, estación de la lluvia, y finalmente, AWTI-PACHA o estación seca.

Los Siete Colores del Arco Iris

ROJO; representa al planeta Tierra (aka-pacha) así como al conocimiento de los AMAWTAS.

NARANJA; representa la sociedad; expresa la preservación y procreación de la especie; así como salud y los conocimientos de la medicina; también a la educación y juventud.

AMARILLO; Energía y fuerza (ch’ama-pacha), doctrina del Pacha-kama y Pacha-mama; dualidad; leyes y normas de la práctica colectiva.

BLANCO; representa al tiempo y a su dialéctica (jaya-pacha), transformación; el arte y el trabajo, reciprocidad.

VERDE; Para algunos representa a la economía y la producción andina; riquezas naturales, Tierra y territorialidad, así como la flora y fauna que es también considerada un don.

AZUL; Espacio cósmico, el infinito (araxa- pacha), es la expresión de los sistemas estelares y de los fenómenos naturales.

VIOLETA; Expresión del pueblo y del poder comunitario; estado, organizaciones sociales, intercambio.

La Whipala y la Simbología Matemática

Para interpretar la simbología matemática de la Whipala, debemos remontarnos a la idea del calendario, el cual podemos leer de tres maneras complementarias:

Verticalmente, horizontalmente y diagonalmente, lo cual conforma el AWAKU andino.

La parte superior de la Whipala se identifica con el Sol, el día y la parte de inferior con la Luna, es decir, la noche. La Whipala permite que a través del cálculo matemático sean previstas las fechas de los equinoccios, solsticios y eclipses.

En el calendario andino la “Luna anual” tiene trece meses divididos en 28 días, entretanto el “Sol anual” tiene 12 meses constituidos por 8 meses de 30 días más cuatro de 31 jornadas, lo cual al sumarse nos da un total de 364 días, más un día; el llamado JACH’A-URU o Día Grande.

Fuentes:

www.katari.org

www.revista.serindigena.cl/props/public_html/?module=displaystory&story_id=737&format=html

Guerreros del Arcoiris

Publicado en Sabiduria el 01/01/2006 por admin

16Los colores de las cuatro familias del mundo, rojo, blanco, negro y amarillo, algún día se unirán para crear un mundo mejor y los encargados de esta misión serán los guerreros del arcoiris. Ambos conceptos se reflejan en la cosmovisión de las culturas originarias.

Hoy, se habla del final de la Era de Piscis, de un Pachakuti o de una visión de mundo diferente. Este nuevo tiempo, que implica un cambio radical de conocimiento, la liberación de viejos conceptos de nación, clase, raza y política, ha sido anunciado por diversos autores y muchas culturas indígenas.

En este contexto, ha aparecido el arcoiris como símbolo de diferentes movimientos que promueven la ecología, la espiritualidad, la preocupación social, entre muchos otros intereses. Ello da cuenta que los cambios están empezando a producirse.

La historia del arcoiris y de los colores de las razas se remonta a tiempos muy antiguos. Revisemos algunos ejemplos.

Según la Biblia, cuando Jesús nació en Belén, tres hombres sabios lo visitaron para entregarle ofrendas. Guiados por la estrella del Este, representaban a las tres grandes familias del mundo: Baltasar de la raza negra, Gaspar de la amarilla y Melchor de la blanca.

Sin embargo, se dice que esto fue una distorsión histórica y cultural, pues existía un cuarto integrante de la familia roja, es decir, las culturas originarias.

Asimismo, muchas tribus indígenas han sostenido una visión unificada de la humanidad por miles de años sin haber tenido contacto con otros pueblos. Por ejemplo, según la sabiduría hopi, el mundo está dividido en cuatro regiones, cada una con su propio color predominante: amarillo en el este; rojo en el sur; negro en el oeste; y blanco en el norte. Durante muchos siglos, el hopi sabía que la llegada del blanco implicaría un largo período de persecución y dificultad para la gente roja.

Muchas profecías y conocimientos similares han sido reconocidas en el mundo maya, azteca, tarasco y en numerosas tribus en toda América.

Del mismo modo, los pueblos originarios comparten una visión del retorno de un espíritu, que traerá armonía y paz al mundo con una mezcla de culturas. Esta visión, que ha ido emergiendo en años recientes, será promovida por “Los Guerreros de Arco iris”.

La profecía más difundida al respecto es de los indígenas hopi de América del Norte:

“Cuando la Madre Tierra esté enferma y los animales estén desapareciendo, entonces llegará una tribu con gente de todas las culturas, que creerán en hechos y no en palabras, y ayudarán a restaurar la antigua belleza de la Tierra. Ellos serán conocidos como los Guerreros del Arcoiris”.

Hoy, en todo el mundo existe el Movimiento Arcoiris que se sustenta en estas palabras y que lucha por tener una mejor calidad de vida. Sin embargo, todo grupo que se interese en la ecología, en la espiritualidad y desee construir un mundo más armónico, simbólicamente, es considerado un Guerrero del Arcoiris.

El arcoiris en las culturas

El arcoiris es un símbolo muy antiguo que aparece en los pueblos indígenas americanos. Por ejemplo, en el Chilam Balam, libro maya, se menciona la destrucción de uno de sus mundos debido a un diluvio terrible. Terminada la catástrofe, un arcoiris apareció como signo que una nueva edad debía comenzar.

Entre los incas, el dios del arcoiris se llama Chuychu y es conocido como un sirviente del sol. Entre los mayas, la diosa del arcoiris es Ixchel, esposa de Itzamna.

Para los indígenas mojave del desierto de Arizona, el arcoiris es una de las cualidades más poderosas del Gran Espíritu y es parte de una hechicería necesaria para detener la lluvia. Asimismo, los yukis de California creen que el arcoiris es el vestido multicolor del Gran Espíritu, el creador de toda la existencia.

El arcoiris es representado, con frecuencia, en las pinturas de arena y en los dibujos sagrados de los zuni, hopi, y los navajo. Para los indígenas shoshone de América del Norte, es una serpiente gigantesca que rasguña su espalda contra el mundo celeste.

Este símbolo también aparece en culturas de África, Australia, Asia, entre otras. Su significado siempre se relaciona con buenos augurios, diversidad o nuevos tiempos.

Fuente: Nación del Arcoiris, sin fronteras, Alberto Ruz Buenfil, 1991.

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La enseñanza de la lengua y la literatura mapuche

Publicado en Costumbres, Sabiduria el 01/01/2006 por admin

15En un paisaje del sur de Chile, una mujer trabaja en su telar junto a una ruca. Ésta es una imagen clásica del pueblo mapuche. Pero si el verdor del paraje se cambia por una calle de Santiago y en lugar de telar hay un libro con versos en mapudungún, la imagen se pierde. Sin embargo, perfectamente ambas personas pueden ser mapuches. El problema es que la segunda descripción se mantiene en la ignorancia. Esto en parte porque la educación no la ha considerado al hablar sobre este pueblo, aunque al respecto existan determinaciones desde hace once años.

Tanto la actual literatura mapuche como su idioma testifican la presencia de una cultura actual, dinámica, que no pertenece a un museo, ni a un libro de historia. Por ello ambas manifestaciones pueden aportar a un conocimiento renovado de este pueblo. Sin embargo, es difícil que esto ocurra si ni siquiera existe una revisión de la forma de enseñar sobre las culturas originarias.

Una historia en contingencia

Un elemento central establecido en la Ley Indígena de 1993 que atraviesa a todo el sistema educativo se refiere a la actualización de la unidad programática sobre las culturas originarias. Esto implica cambiar las antiguas definiciones sobre los mapuches como “pueblo precolombino” o “incipientes agricultores” por una visión que los sitúe en la contingencia del país. Sin embargo, las antiguas nociones se mantienen. “Miramos a los pueblos indígenas hacia el pasado, con una perspectiva de inferioridad, de modo que incluso los propios alumnos mapuches se tienen que poner fuera de su ser mapuche para mirar a su pueblo”, sostiene Miguel Sánchez, coordinador del Área de Educación Intercultural Bilingüe del Instituto de Estudios Indígenas.

Entre las dificultades para realizar este cambio se encuentra la situación de conflicto que se mantiene entre la sociedad chilena y el pueblo mapuche, como afirma Claudio Millacura, encargado del programa de Educación Intercultural Bilingüe del Ministerio de Educación: “Dependiendo de los buenos momentos en que la relación entre indígenas y no indígenas ha pasado en este país la incorporación de esos cambios de contenidos o unidades programáticas es más factible”.

A esto agrega que el ministerio ha establecido prioridades de aprendizaje al realizar cambios en el sistema educativo, donde la enseñanza de los pueblos indígenas no ha sido considerada: “Los procesos de incorporación o cambio en las unidades programáticas responden a necesidades generales de la sociedad, por lo tanto las aspiraciones acerca de las particularidades deben provenir de las escuelas y los estudiantes”.

De la actualización en la enseñanza se deslinda la necesaria renovación de la herramienta básica para ello: los textos de estudio. Aquí se manifiestan falencias tanto en el mantenimiento de concepciones pasadas sobre el pueblo mapuche como la no inclusión de sus obras literarias en los textos de lenguaje y programas de lectura.

En un análisis realizado por el Instituto de Estudios Indígenas en 2003 a libros escolares de primero a cuarto básico, se comprobó la descontextualización. En los destinados a lenguaje no aparecían ni relatos tradicionales, ni obras recientes de escritores mapuches, y cuando había obras indígenas eran extranjeras, como guaraní o esquimal. En cuanto a los textos referidos a la historia no había ninguna alusión a la existencia actual de los pueblos originarios, sino que se les continuaba llamando pueblos prehistóricos.

Al respecto Claudio Millacura sostiene que la responsabilidad del cambio en los textos de estudio está en los propios estudiantes, profesores y apoderados: “Si en las escuelas a las que asisten estos niños que son indígenas no existe ninguna reacción, no hay duda que se van a seguir editando estos textos, independiente de que nosotros hagamos indicaciones para cambiarlos”.

Sin embargo, cuando han existido reclamos sobre los contenidos de los libros, las responsabilidades se han derivado. Ernesto Hueicha, representante mapuche en el área de educación y cultura de la Región Metropolitana, ha criticado referencias históricas descontextualizadas. “Al final dicen que la editorial tiene la culpa, pero el ministerio es el que manda a hacer el trabajo y ¿cómo no va a tener personas idóneas para el tema?”.

En consonancia con la visión desde el pasado, las escuelas sólo invitan a los escritores mapuches para efemérides como el doce de octubre. “Solamente se acuerdan que existimos en esas fechas, de ahí, se olvidan que existen los pueblos originarios”, afirma Graciela Huinao, poeta que en esas ocasiones puede compartir su obra con los estudiantes.

Además esta falta de actualización de contenidos sobre los pueblos originarios dificulta cualquier alternativa de enseñanza del mapudungún. Así lo confirma José Calfuqueo, Jefe de la Unidad de Cultura y Educación de la Conadi: “Se parte con el acercamiento a la cultura, para luego ver la posibilidad de que ingrese el idioma indígena en el aula”.

Dos culturas, una sala de clases

El otro pilar de la enseñanza es la educación intercultural bilingüe (EIB), que consiste en un modelo educativo que busca dar un espacio para el aprendizaje del idioma y los conocimientos del pueblo mapuche, aplicándolos a las distintas áreas de estudio que tienen los niños en los colegios. Con esto se busca evitar que los alumnos indígenas pierdan su cultura original.

Hasta el momento sólo se ha aplicado en iniciativas piloto a cargo de la Conadi, el Ministerio de Educación y el Programa Orígenes, creado en 2001 para inyectar recursos a través de un préstamo con el Banco Interamericano de Desarrollo. En conjunto trabajan con 162 escuelas en cinco regiones del país (I. II, VIII, IX y X). Aparte el Ministerio tiene 250 escuelas y la Conadi por su parte tiene otras 32, concentradas en la octava y novena región. Todo esto con una inversión en los últimos cuatro años de 2.500 millones de pesos, en zonas con alta población indígena.

Aunque la posibilidad de la ampliación del modelo está sujeta, esencialmente, a los buenos resultados que obtengan en el Simce, existe otro problema: la nueva política de educación general no lo considera, dándole sitio sólo en los programas específicos que se están aplicando. “En la reforma educativa en ninguna parte se nombra la interculturalidad, ni siquiera como un eje transversal. Sólo se habla de diversidad, pero eso es más amplio, más ambiguo”, afirma la profesora María Díaz, quien lleva doce años trabajando en este modelo de educación.

Para que la palabra se inicie

Junto con las instancias que promuevan el aprendizaje de las manifestaciones artísticas del pueblo mapuche, se encuentran las iniciativas que se relacionan con el apoyo a la creación. En general éstas son abiertas para todos los creadores, sin concursos especiales. Sólo existen dos instancias específicas: la recién inaugurada línea de desarrollo de los pueblos indígenas del Fondart y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes con el Área de Culturas Originarias.

Aunque esta última revelaría una posición estatal frente a los pueblos indígenas, existen serias falencias en infraestructura y recursos que ponen en entredicho esa posibilidad. Así lo reconoce Bruno Serrano, uno de los coordinadores: “Hay ignorancia. El no conocer de qué se trata el tema de los pueblos indígenas impide que se generen políticas culturales concretas y que realmente vayan destinadas a un conocimiento y desarrollo de esas culturas. El Consejo no tiene una visión, no hay una voluntad profunda de tomar el tema indígena”.

De hecho son dos personas las encargadas de establecer las políticas para todo el país, lo que dificulta un trabajo constante y la coordinación de un número sostenido de iniciativas. Con esto se sesga el aporte de esta instancia, que ha realizado innovadores proyectos: un sitio web sobre las culturas indígenas del país y una serie de documentales llamada “Los indios del futuro”, con lo que podría aportar a una perspectiva actualizada sobre los indígenas.

Las voces mapuches en la ciudad

Aunque los libros de historia sigan diciendo que los mapuches están entre el río Itata y el Toltén, lo cierto es que la segunda concentración de población mapuche se encuentra en la Región Metropolitana, lo que vuelve esencial el tema de la aplicación de la educación intercultural bilingüe en esta zona.

El primer problema es la carencia de un programa de educación intercultural. Sólo han existido iniciativas temporales, principalmente talleres de idioma y cultura mapuche. Esto porque en las aplicaciones de este modelo que se han realizado hasta el momento se ha ignorado la población mapuche denominada urbana.

Además es difícil la aplicación de los programas debido a que se han elaborado en función de la población indígena rural. Pero no es sólo por el enfoque, sino que también los recursos están destinados a las escuelas rurales. El Programa Orígenes que se encarga de financiar la capacitación de profesores y la entrega de materiales no apoya ninguna iniciativa urbana.

Para la enseñanza del mapudungún se han establecido los educadores comunitarios, que son personas hablantes del idioma que reciben una capacitación para hacer clases. Juan Lemuñir es uno de ellos, pero el problema es que se considera que su actividad debe ser un servicio: “Porque somos mapuches creen que tenemos que trabajar gratis”. Y no es por falta de recursos, sino de disposición. Así lo reconoce Ximena Montecinos, encargada de la Unidad de Educación y Cultura de la Oficina de Asuntos Indígenas: “No los financia ni la Conadi, ni la secretaría de educación, ni la escuela, ni el municipio, que podrían hacerlo, pero como no están muy convencidos no abren mucho las puertas. Entonces hay una intención, pero sin mucho involucramiento”.

Aunque existe una aplicación incipiente de la educación intercultural, hay establecimientos que han optado por implementarla en respuesta a la población mapuche que tienen. La Escuela Antonio Hermida Fabres de Peñalolén, con cerca de un 10% de alumnos mapuches, lo hizo. Estableció un nuevo ramo obligatorio llamado Orígenes e Identidad, destinado a los niños de tercero a octavo básico, a lo que sumó actividades como la celebración del Año Nuevo Mapuche. Esto ha permitido que los niños asuman su cultura sin temor a las bromas o descalificaciones. “Se sienten fortalecidos, privilegiados, como si alguien los estuviera apoyando o defendiendo. Afloran con mayor naturalidad en reconocerse mapuches”, reconoce el jefe de la unidad técnica de la escuela, Emilio Antilef.

Las implicancias de una actualización en el conocimiento de los pueblos indígenas y en la incorporación de herramientas interculturales, no sólo tienen que ver con reformas educativas, sino con un reconocimiento a la diversidad que existe en el país y de otorgarle un espacio al pueblo mapuche, que a través de sus manifestaciones culturales confirma que es parte del presente.

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SeIk’nam, los Hijos del Infinito

Publicado en Medicina, Sabiduria el 01/01/2006 por admin

Selk’nam es el nombre con el que los habitantes nómades de Tierra del Fuego identificaban a su pueblo y cultura. El nombre Ona, otorgado por los Yagán y después popularizado durante la ocupación del territorio austral, era ajeno a la concepción que la propia cultura Selk’nam tenía de si misma.

Los Selk’nam eran un pueblo nómade que poseía una economía basada en la recolección y la caza. Recolectaban principalmente vegetales, frutos y hongos, los hombres cazaban guanacos y aves, también sobrevivían de algunos recursos marinos.

Estaban emparentados con los Aonikenk, también conocidos por los TeweIches, con quienes tenían un origen en común, sin embargo los SeIk’ nam en algún momento se habrían segregado y ocupado la actual Tierra de fuego.

La familia constituía el núcleo fundamental dentro de sus interacciones sociales, el matrimonio era monógamo aunque actualmente se sabe que, ocasionalmente, sí existieron matrimonios con un mayor número de mujeres. Ejercían un sistema de reciprocidad dentro del cual existen jerarquías en cuanto a roles de genero, reconocíendose, por sobre todos, al chaman quién poseía conocimientos especiales que eran muy admirados y respetados por la comunidad. Su misión y rol era la de curar. El poder de los chamanes proviene de las Cordilleras del Infinito, siendo solo los más poderosos quienes alcanzan a Witek, cordillera del este y origen de lo existente.

Cada familia se subdividía en cuarenta distritos familiares siendo los límites de sus propiedades conocidos por toda la comunidad. Para traspasar los límites de cada propiedad se requería el permiso y el consentimiento de cada habitante.

La cosmovisión Selk’nam, se plasma en el poder de las cordilleras invisibles del infinito, poder que permite la creación de la tierra y el firmamento, radicando en el primer antepasado, el cual crea y sustenta a la sociedad eternamente.

El cosmos Selk’nam se divide en cuatro puntos cardinales que representan el centro de cuatro Cielos del Infinito.

El Cielo del Norte es Kamuk; origina el viento y el mar.

El Cielo Sur es Keikruk: origina el viento sur

El Cielo Oeste es Kéikruk: origina al viento oeste.

El Cielo Este es Witek y es el origen de todo lo existente.

La muerte otorga un significado a la vida y la dota de permanencia: origina al hombre y mujer quienes son Hijos de la Muerte. La transmisión, enseñanza y legado, de su cosmovisión representa y eterniza su identidad consolidando sus tradiciones en la concepción dialéctica y complementaria de muerte y vida.

Witek, el origen de Temaukel

En las cordilleras mágicas del cielo radica la creación y la existencia del mundo, allí emerge Wintek, una de las cuatro cordilleras invisibles del infinito, donde el Temuakel ejerce el poder universal.

El Temaukel es el habitante del firmamento, es el ser antiguo, el espíritu puro e infinito que existía antes que los antepasados: es el espíritu eterno creado por la cúpula celestial.

Tenenesk, chaman Haush relató a Gusinde el momento de la creación, a continuación citamos el registro:

“… En un principio, nada. Sólo Temaukel, el primero de los howenh. Después, la cúpula celestial, el firmamento, desprovisto de estrellas. Algunos vacíos inmensos penetran quietamente el silencio. Una luz crepuscular rielaba en la superficie de la tierra informe, estremeciendo las penumbras inmóviles…. En la oscuridad de la noche, alrededor del fogón que ahora se ha reducido a puras cenizas inertes -el viejo levanta la mano señalando el firmamento repleto de estrellas y con voz trémula insiste- Así por encima de nuestra tierra, se extiende el cielo: detrás de él vive Temaukel”.

Posteriormente Temaukel enviaría a Kenos, el cual se mantiene alejado detrás de las estrellas, allí vive y habita eternamente. Kenos se encarga de distribuir las tierras y sustenta la vida eterna. Kenos representa al padre de los antepasados míticos y es , a su vez, el creador del lenguaje y de los significados que dan sentido y unicidad al mundo.

Acerca del ritual y la persecución chamánica, Kra y Kran

Los antepasados del hombre sol y la mujer luna, marcan una diferenciada y complementaria concepción de los roles de género dentro de la cultura Selk’nam.

Antiguamente los hombres estaban subordinados a un sistema matriarcal, la mujer tomaba las decisiones trascendentales dentro de la comunidad, siendo ellas quienes ejercían un rol de poder. Los hombres tenían la función de desempeñar las labores del tipo más cotidianas como cocinar, cuidar a sus hijos y mantener el fuego. Era muy difícil rebelarse porque el ritual del Hain, que realizaban las mujeres, les producía gran miedo. El Hain consistía en una ceremonia en que ellas pintaban su cuerpo y colocaban mascaras de cortezas sobre sus cabezas para simular ser los espíritus, logrando así mantener a través del tiempo y las generaciones, la fuerza que ejercían frente a los hombres, en una relación que se retro alimentaba al ejercer su prestigio, dominio y poder que se plasmaba en la mujer luna Kra.

Estas costumbres se mantuvieron por largo tiempo ya que los hombres no sabían que los espíritus eran mujeres disfrazadas, que se pintaban el cuerpo con pigmentos blancos, rojos y negros.

La mujer luna, Kra, es muy poderosa, es una chaman que puede causar el exterminio de los hombres y niños, por eso les prohíben mirar a la luna y sobretodo los eclipses porque representan el odio y la destrucción, aún así el chaman protegerá las vidas.

Respecto a la luna y citando el registro que tomó Gusinde: “Cuando su ira contra nosotros, los hombres, crece mucho, aparece totalmente teñida de rojo. Es entonces cuando devora nuevamente a los hombres, en especial a los niños. El color rojo que se puede apreciar en ella en esa oportunidad proviene de la sangre humana que consume». (Gusinde cit:577)

Cuando aparece la luna roja, el peligro de la muerte también afecta a los chamanes, quienes averiguan cual será la víctima de KRA, entonces la mujer luna se transforma en aguilucho, conocido como Waiyuwen, éste volará para visitar a la luna, la cual, en absoluta ira, arrojará un extracto de piel ensangrentada de un herido contra el chaman. La muerte del herido será muy lenta.

La sangre representa un líquido maléfico; el fluido involucra la venganza y es a su vez benéfico, ya que lava las impurezas impuestas sobre el linaje. Así se derrama la sangre de los ofensores, para descontaminar y restaurar el daño provocado por la violencia.

Un cadáver dentro de la comunidad se materializa como un tabú, ya que genera rechazo y repugnancia. Por ser estos cuerpos agentes contaminadoras y corruptos, a veces se evitaba que un animal consuma a un cadáver.

Fuentes: Textos de Gusinde, Chapman, Quiroz.

http://www.serindigena.cl/territorios/selknam/territorio_selknam.htm

* Mariana Muñoz es miembro de Ser Indígena y estudiante de Antropología de la Universidad Austral de Chile

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Vida circular y Nuevo Pachakuty

Publicado en Sabiduria el 01/01/2006 por admin

12Hermanos:

Junto con saludarlos, les deseo que las mejores energías de la madre tierra los acompañen en este nuevo ciclo de la vida, donde tenemos claras señales, de que cueste lo cueste y a pesar de los pesares, las primeras naciones siguen avanzando en la recuperación de nuestra dignidad, en todas parte de nuestro continente se empieza a encender la chispa que abrigamos por 500 años, para volver a florecer en este nuevo Pachakuty, donde la oscuridad le dará paso a luz que alumbra nuestra esperanza.

Todo lo oscuro se empieza aclarar, y ya vemos como las empresas madereras develan su forma de operar en nuestra tierra con su montaje de Valdivia, donde después de contaminar y destruir la maravillosa existencia de Río Cruces en Valdivia, presentan su defensa basada en una mentira,. Así también consiguieron construir las represas del alto Bio Bio y el hotel de Explora sobre el territorio de nuestros hermanos Likan Antay, y ahora nos quieren decir que el proyecto minero de Pascua Lama es beneficioso para todos, pero la verdad aflora siempre, y la misma naturaleza de las cosas nos dará la respuesta, porque así lo dictamina la vida circular y el nuevo Pachakuty.

No es difícil darse cuenta hoy día, de la diferencia de trato que existe con nuestros pueblos, donde a nuestros hermanos mapuches le aplican todo el rigor de la ley de seguridad por luchar por sus tierra originarias, y el trato que le dan a los siniestros personajes de la Colonia Dignidad, donde se cometieron todo tipo de atropellos y atrocidades, que recibieron el apoyo de muchos políticos, que son los mismos que atacan y aplauden la represión al pueblo mapuche acusándolos de terroristas. Ahora que encontraron todo el arsenal les preguntamos, quiénes son los terroristas, si los dueños originarios de estas tierras, o los que llegaron a explotar en forma maliciosa nuestras tierras y a nuestra gente.

Pero en fin, la histora se sigue escribiendo, y algún día se dirá que muchos de los nuestros fueron condenados por defender el derecho a la tierra, pero también sabrán que no somos los culpables de la destrucción de nuestro planeta, que nosotros vivimos en paz en armonía con la naturaleza, pero llegaron y siguieron llegando, con sus mentiras, su ambición, sus armas, su corrupción, sus proyectos genocidas, a todos lo lugares donde existió algo que explotar en forma irracional. Ahí estuvieron ellos llevándose todo, dejando para sus habitantes sólo miserias, tristeza y las secuelas de la destrucción ambiental. Pero ahí estaremos nosotros, porque duela a quien le duela, cueste lo que cueste, los hijos de la tierra siempre vamos a florecer y estaremos para reconstruir la primavera.

Patara: lider indígena andino. Región Metropolitana.

CONACIN / conacin@hotmail.com

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Los Andes Centrales: Encrucijada y Retos

Publicado en Sabiduria el 01/01/2006 por admin

Andes CentralesEl advenimiento del Nuevo Pachakuti fue marcado por un fuerte sismo que se sintió en diferentes puntos del planeta y que los indios, sentimos que era la llegada de la luz.

Desde ese día (23 de Junio 2001) hasta la fecha, han trascurrido apenas cuatro años, pero son una clara señal de los cambios que vendrán.

En todo el continente se siente el despertar de los llamados PUEBLOS ORIGINARIOS, quienes empiezan a ponerse de pie y hacen sentir su voz de protesta y aspiración a recuperar lo que por derecho natural es suyo y se les arrebató.

Las formas como se dan las respuestas de las naciones indias son distintas, ya que obedecen a las particularidades de cada una y a la situación en que se encuentran.

Desde Chiapas (en tierras Mayas) hasta las selvas de Arauco en la nación Mapuche, una ola emergente de demandas crece diariamente, teniendo a los Andes Centrales (Ecuador, Perú y Bolivia) como eje principal.

Los gobiernos, de dichos estados republicanos, no logran entender lo que está sucediendo, sus ideólogos políticos … tampoco.

¿A que se debe ello …? La razón es una sola. Los pueblos indios, nunca fueron tomados en cuenta, al momento de elaborar sus proyectos políticos. Las expectativas de desarrollo de sus gobiernos, no fue la de satisfacer las necesidades nuestras, sino de las poblaciones urbanas, aspirando alcanzar un modo de vida, similar al de las grandes metrópolis occidentales.

Por ello se desconciertan y no logran entender lo que está pensando.

Crean mecanismos u organizaciones con el fin de ser voceros y conductores de las aspiraciones de los pueblos indígenas y terminan fracasando.

La izquierda marxista (una de las opciones del sistema occidental) intenta introducirse dentro del movimiento indígena a fin de dirigirlo y, también fracasa. Es que sus sociólogos y antropólogos llegaron tarde cuando ese renacer indio surgió. Por lo tanto no logran entender lo que está sucediendo. Ensayan respuestas e hipótesis, pero desde su óptica, en vista que les resulta imposible hacerlo desde la nuestra. Por lo tanto continua su fracaso.

Y si bien no logran comprender la lógica de nuestro pensamiento, sus analistas políticos reconocen, que el panorama se les escapa del control y no lo pueden manejar como siempre lo hicieron. Que no son sus tradicionales opositores políticos quienes levantan su voz y empiezan a presionar exigiendo se de atención a sus reivindicaciones, y que toman decisiones que el Estado no se atreve a tomar. Que no son estudiantes universitarios, sus propios trabajadores o los llamados campesinos, sino que son las propias comunidades o el pueblo indígena. Y reconocen que en los próximos años la situación tenderá a agudizarse. Que éste les puede generar serios problemas geopolíticos, ya que en muchos casos los conflictos podrán tener como escenario zonas fronterizas, igualmente prevén que ello puede perjudicar las inversiones extranjeras, al no contar con la tranquilidad que requieren para el desarrollo de su actividad, y por lo tanto deberán estar preparados para actuar ante tal eventualidad.

Los graves conflictos que se han presentado en las últimas semanas en Perú, entre comuneros andinos de Cajamarca y Qosqo con los grande consorcios mineros, parecería indicar que el diagnóstico que hicieran era acertado.

Pero no es así y, esto debemos tenerlo absolutamente claro.

Es totalmente cierto que las reinvidicaciones de los comuneros son justas, pero los métodos utilizados y el grado de violencia desatada, indican la presencia de elementos foráneos y la presencia de organizaciones políticas de izquierda, que han buscado empujar a las comunidades al empleo de la violencia, como forma de expresión y herramienta que les permita alcanzar sus demandas.

En Bolivia el conflicto entre las tierras bajas, ricas en recursos naturales y ocupadas por grandes empresarios ligados al capital extranjero, versus las tierras altas de la puna y el altiplano con fuerte hegemonía aymara, se han agudizado tanto que han provocado nuevamente la caída de otro presidente.

Las reivindicaciones del pueblo boliviano son justas, al igual que su oposición a la erradicación de los cultivos de hoja de coca.

Pero detrás de ello podemos ver la mano de occidente, que azuza el conflicto buscando agudizar aún más la crisis. La misma que hoy puede llevar a la ruptura del país u ocasionar una intervención militar extranjera, con el pretexto de salvaguardar sus intereses económicos o para restablecer el orden y la tranquilidad en la región.

En tal sentido la actitud de algunos dirigentes políticos, como Eva Morales y su partido el MAS, resulta sumamente preocupante.

Una pregunta que cabe hacernos es si occidente, no ha sido capaz de elaborar una cocaína sintética. La cual podría ser mucho más barata a la que se produce mal usando nuestra planta sagrada …. ¿ es que ha fracasado en su intento?.

Nos resulta difícil de creerlo, ya que con todo su adelanto científico y tecnológico, debieron haberlo conseguido.

Salvo que sea conveniente a sus intereses y su lucha por erradicar los cultivos de hoja de coca, sean un pretexto para ocultar otros intereses.

¿Cuáles podrán ser? …. No necesitamos ser adivinos para darnos cuenta que lo que más les interesa es disponer de nuestros recursos naturales. No solo por la gran riqueza biogenética de la región sino también por sus grandes reservas de petróleo, gas y agua.

Es bien sabido que tanto el gas como el agua, serán los recursos más cotizados en las próximas décadas. Y nosotros disponemos de ellos en abundancia. Quienes los tengan bajo su control podrán asegurar su hegemonía a nivel mundial. Por lo tanto a Estados Unidos le interesa disponer libremente de ellos. Mas aun cuando saben que China va camino a convertirse en la Primera Potencia Mundial, en los próximos 15 años.

Si Estados Unidos quiere seguir siendo potencia, deberá asegurar recursos naturales, mano de obra barata y mercado para sus productos… ¿donde?. En lo que ellos llaman su “Patio trasero”. Vale decir, la América Andina.

Ese es el gran objetivo que persiguen y para lograrlo TODO VALE. Desde una intervención militar directa al estilo HAITI, al desmembramiento de los países poseedores de estos recursos y su absorción por otros más fuertes pero aliados de occidente (como Brasil y Chile) o provocando una salida tipo Yugoslavia desencadenando terribles conflictos étnicos. La salida no les importa, siempre que ello les permita asegurar y disponer de nuestros recursos.

Occidente sabe que aquellos estados que no han logrado desarrollar un proyecto nacional, están condenados a ser neutralizados o desaparecer por la globalización y Ecuador, Perú y Bolivia no son estados Nacionales, ya que en su interior conviven diversas naciones indias que aún conservan sus raíces ancestrales.

Son países, estados, con régimen republicano, pero no son naciones. Pero nunca lo quisieron reconocer y menos aceptar.

Hoy estas naciones indígenas siguen vivas, sin contar con un Estado o Gobierno. Viven subterráneamente posicionadas sobre sus antiguos territorios.

Esto evidentemente genera choques, conflictos que inevitablemente tenderán a agudizarse, pues son dos sistemas que se mueven con lógicas distintas. Uno formal, basado en una legalidad que solo favorece a una minoría y tiene su base en las ciudades y otro andino, que se mueve combinando y armonizando el derecho privado – familiar con el comunitario. Que se gobierna solo, donde el estado formal destaca por su ausencia, no llegan los programas de desarrollo o estos no pueden ser aplicados por desconocimiento de la realidad andina y donde, la justicia que se aplica es la ancestral. Aceptada por todos y que busca que los problemas no se conviertan en conflictos. Que es funcional y efectiva pese a que muchas veces por incomprensión se le vea como primitiva o salvaje.

En los últimos años se ha planteado el tema de interculturalidad y de esta se habla en todo el continente. No solo por las implicaciones de la globalización, sino además porque se espera que a través de programas de interculturalidad sea posible acercarse a entender la lógica del pensamiento y comportamiento indígena y andino.

La protesta es de una integración cultural, pero sobre todo lo que se busca es que podamos ser asimilados por occidente, a partir de reconocer que algo de valor tenemos y que justifica que occidente nos absorba.

El problema es: ¿que se puede hablar de interculturalidad?, si se desconoce a la cultura que se tiene al frente y con quien deberá relacionarse. Peor aún sí desde un inicio se subestima a una de las partes.

El choclo con queso es un potaje muy andino y puede servirnos de ejemplo de cómo debe manejarse la interculturalidad para que funcione. El choclo es nuestro, mientras que el queso es de origen occidental.

Es una combinación sabrosa y a todos nos gusta ¿El secreto?… que se reconoce el valor que ambos tienen por separado. Ninguno opaca o subestima al sabor del otro. Tiene orígenes distintos, pero juntos se complementan y dan un sabor agradable que satisface a quien lo prueba.

Ahora bien… ¿qué culturas pretenden combinar con la interculturalidad? Si la que llega por televisión y los medios de comunicación es negativa, brutal, violenta y donde el más fuerte y sanguinario es presentado como poderoso y por más que se muestre su comportamiento negativo termina convertido en un modelo a seguir. Si esos medios de comunicación se burlan de nuestra cultura y nuestra gente, como en el caso del personaje de televisión “la Paisana Jacinta” o ese otro que muestra a un homosexual vestido de mujer andina. Ambos son una ofensa al mundo andino. Entonces … ¿De qué interculturalidad se habla, cuando occidente nos muestra lo peor de su sociedad y se burla de la nuestra? …. Sencillamente de ninguna.

Pero los libros y ensayos que tratan sobre este tema son muchos. Y son tantos que nos indican que simplemente no entienden la raíz del problema.

Visto desde esta perspectiva, el panorama que se nos presenta es bastante alarmante ya que está en riesgo no solo nuestra cultura, sino también la existencia misma de las naciones indígenas y pueblos originarios.

Es muy sintomático que en los libros de las escuelas norteamericanas, aparezca el mapa de nuestro continente, señalando que la gran región amazónica, es parte del patrimonio que Estados Unidos deberá defender para asegurar su supervivencia como potencia.

Y ningún estado a levantado su voz de protesta ante tal atropello. Ningún político de izquierda y derecha lo ha denunciado.

Es que tal como lo venimos sosteniendo, ambos son opciones del propio sistema. Y nada nuevo podemos esperar de ellos. Mucho menos que actúen con dignidad o valentía.

Son pocos los intelectuales o pensadores indígenas, que han logrado entender el siniestro juego de occidente, ya que ellos cuentan con el poder de los medios de comunicación y la información, la ocultan y manipulan de acuerdo a sus intereses.

Pero nuestra fuerza radica donde están sus carencias. En nuestra enorme riqueza espiritual y cultural. Frente a la decadencia social y de valores de occidente.

Son nuestras tierras las que pretenden volver a usurpar, expulsándonos de ellas. Pero es la fuerza de nuestro número la que se los ha impedido hasta el momento y además, el hecho de que es mayoritariamente población indígena la que en ellos habitan. Es también el no haber caído atrapados en la enfermedad del consumismo y es sobre todo la fuerza de nuestra ancestral cultura.

Es por ello que religándonos nuevamente a nuestra cultura y retornando a nuestra raíces, que lograremos sobrevivir y – además – salir victoriosos de este nuevo conflicto al que pretende llevarnos occidente.

Nunca debemos olvidar que nuestra cultura es de vida, mientras que la de ellos es de muerte. La nuestra de armonía y la de ellos de conflicto.

Y es allí donde radica nuestra fuerza.

Si algún “dirigente indio” o andino, dice recoger nuestra justas aspiraciones o reinvidicaciones y nos presenta salidas que no corresponden a la naturaleza real de nuestra cultura, simplemente es un instrumento de occidente. Sea conciente o no de ello.

Y esto no podemos equivocarnos, pues sería fatal.

Por todo lo expresado queda claro que debemos desarrollar una propuesta alternativa distinta a la que pretende occidente y que vele por nuestros intereses como naciones indias.

Mientras esta es elaborada, es necesario ir tomando algunas medidas, tendientes a consolidar nuestra identidad y que a su vez ayude a nuestros niños y jóvenes a retomar a sus raíces.

Estas pueden ser:

• En el núcleo familiar :

– Reinvindicar y sentirse orgulloso de ser indios. Sin que sea un impedimento que algunos no sean originarios. Ya que ser indio no es solo una cuestión racial, sino fundamentalmente cultural.

– Incentivar el respeto a nuestra Santa Madre Tierra. A sus leyes y normas de vida en armonía.

– Que nuestros niños lleven por lo menos un segundo nombre, de origen andino: Diego Lautaro, Lorena Nayra, etc.

– Enseñar a ser respetuosos con nuestros hermanos comuneros. Toda vez que ellos han sido celosos guardianes de nuestra cultura y que hoy, podemos sentirnos orgullosos de ser indios.

– Hacer hincapié en la supremacía de nuestra cultura. Y que si esta fue vencida – temporalmente – por el invasor, no fue porque la nuestra fuera débil, sino porque occidente había desarrollado una cultura de guerra y de muerte. Por lo tanto, enseñarles a rechazar cualquier manifestación cultural que signifique desarmonía, violencia o muerte. Totalmente ajena a nuestra forma de ver y entender la ida y el mundo.

– Formar a nuestros hijos en nuestros valores culturales andinos, como son el rechazo a la mentira, ser solidarios con sus hermanos, familiares y la comunidad, no entender el trabajo como “castigo divino” sino como competencia, fiesta, integración, etc.

– Que nuestra dieta alimenticia priorice por los alimentos naturales. Que rechace los que son enlatados. Y además enseñarles a consumirlos, tal como lo hacían nuestros abuelos.

– Preocuparnos porque no desaparezcan nuestras lenguas nativas. Incentivar que se hable en quechua, Aymará, etc.

– Dar prioridad a la celebración de las festividades andinas muchas de las cuales por una cuestión de sincretismo cultural, coinciden con el calendario religioso cristiano/ occidental. Cuando ello suceda, explicar su origen y valor.

– No permitir que se pierda nuestra tradición de ofrendar a la Santa Madre Tierra, a nuestras Montañas Sagradas, a nuestros antepasados , el sorteo con hojas de coca, etc y practicarlos con nuestros hijos y nietos.

– Transmitir en familia, nuestros mitos, leyendas y tradiciones, a fin de evitar que sean borrados de nuestra memoria colectiva.

– Incentivar el respeto por todo nuestros valores culturales y símbolos no permitiendo que se manoseen, mal usen o trafique con ellos.

En el ámbito comunal y como movimiento indígena:

– Debemos tomar conciencia que somos dueños absolutos de todos los recursos naturales que se encuentran en el subsuelo, el sobresuelo y el suprasuelo de nuestro territorio y debemos estar prestos a defenderlos.

– Reconocernos como indios, independientemente sí somos agricultores, pastores, artesanos, mineros, estudiantes o profesionales y trabajar comprometidos con nuestras nacionalidades originarias.

– Hacer hincapié que nuestros símbolos sagrados son la Wiphala de cuarenta y nueve cuariculas de siete colores, la Wiphala blanca, la Chakana, las hojas de coca, nuestras montañas sagradas y paqarinas de origen.

– Debemos trabajar para el fortalecimiento del ayni, la mink´a y la reciprocidad andina.

– Es de suma importancia lograr que nuestros jóvenes tomen conciencia que el status de ecuatoriano, peruano o boliviano no obedece a nuestra realidad cultural. Que la IDENTIDAD CULTURAL no es producto ni propiedad de los Estados, sino de las naciones. Por lo tanto primero debemos reconocer nuestra condición de naciones indias, por sobre los Estados, que han pretendido imponernos, a partir de la llamada independencia de España.

En tal sentido debemos abstenernos a cantar sus himnos patrios y celebrar sus festividades. Toda vez que ello atenta contra nuestra condición de naciones indias.

Dejar en claro, que si nos vemos obligados a cantarlos o festejar sus fiestas, es solo para evitar que el peso de sus sistema nos golpee aun más y sea una justificación para exterminarnos.

– Promover que nuestras mujeres, independientemente de su condición, procreen más de cuatro hijos, a fin de permitir mantener viva e incrementar nuestra población. Por lo tanto deberemos luchar contra la política de control de la natalidad, que solo busca reducir la población indígena, para posibilitar migraciones europeas a fin de apoderarse de nuestros territorios y usufructuar de sus riquezas.

En los próximos años debemos afrontar momentos difíciles. Solo religándonos a nuestra cultura y manteniéndonos unidos, lograremos evitar el exterminio de nuestras naciones indias, que habitan en los estados mencionados.

Podemos desarrollar todas las iniciativas que sean posibles, pero debemos ser prudentes y trabajar subterráneamente, a fin de evitar prevenir a occidente y que nos golpee.

06 Julio 2005

JUAN RIVERA TOSI

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