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Mapa Mama. La miel de los Incas

Publicado en Costumbres, Gastronomía, Memoria, Mujer el 24/10/2006 por admin

cera abejaEn la Sociedad Inca, la miel y la cera eran elementos que preservan la vida, los principales cronistas nos relatan que los Incas tenían como Filosofía lo siguiente: “TODO LO QUE PRESERVA LA VIDA SE RESPETA”, es por ello que la miel de abeja era a manera de regalo de los APUS, su nombre era MAPA MAMA, cuya traducción es ”Aceite o Cera de la Madre”. Era considerado como un manjar para el paladar exquisito y alimento natural para el cuerpo. Según el cronista indio Huaman Poma de Ayala, el mes de Septiembre, llamado también COYA RAYMI QUILLA , mes de la Mujer o de la Qolla, era una de las festividades mas importantes de los Incas, en ella se hacia la presentación de todas las mujeres que habían llegado a cumplir su KIKUCHICUY o primera menarquia, en esa fiesta se consumía todo tipo de flores acompañado de miel de abeja, puesto que a esta delicia se le atribuía como el preservante de la belleza y lozanía en las mujeres.

Nuestra cultura heredo de nuestros antepasados el gusto y respeto por la abeja y su miel. Entre los Incas de la Antigüedad, por ejemplo, las abejas fueron insectos muy preciados, a estos lo llamaban WAYRURONGO aún en la actualidad, en la la ciudad de Huaraz, Huancayo y otras del centro andino del Perú, creen que la cera tiene gran fuerza como ofrenda por ser atributo de los Dioses. La Madre (Diosa Inca), MAPA MAMA es la creadora de las abejas y la que protege la miel. Lamentablemente no se ha encontrado representación antropomorfa de ella, solo se sabe que para ofrendas muy especiales se tiene que poner miel de abeja para asi agradar a su APU, este espíritu todopoderoso aún está vigente entre los peruanos de las ciudades mas andinas. A este animalito se le compara con la hormiga, en algunos sitios hasta le dan el nombre de “SIKIMIRA” (hormiga), su dedicación al trabajo y el respeto a su reina hacen posible esta comparación.

Una de las mieles más preciadas es la que nos brinda el departamento de Junín, sin embargo, son varios los departamentos de la República donde el cultivo de abeja es fructífero a nuestro paladar y olfato, porque aunque apenas perceptible a nuestro sentido, el aroma de la miel define la flor que le dio origen. No cualquier terreno es propicio para la apicultura, sino sólo aquel que es rico en árboles melíferos, y Cerro de Pasco, Junín y Huánuco, por ejemplo, son departamentos donde abundan la flor y los árboles frutales.

Pocos conocen que los Mochicas eran muy amantes de la Miel de Abeja de los campos de Tomate, a este producto resultante de la flor del tomate se le da una importancia medicinal muy apreciada. El rico balance de sus componentes era la base de que la miel sea tan ampliamente utilizada como complemento alimenticio de la nutrición de los Incas. El alto contenido de carbohidratos (fuente de energía de rápida disposición) y la presencia de hormonas, vitaminas, aminoácidos, minerales y otros constituyentes orgánicos, le confieren a este producto un alto potencial de suplemento alimenticio que debe ser investigado (Romero M. M.N. 1997 La Miel de abeja en los cultivos de tomates de Aztecas e Incas. Tesis de Doctorado en Historia Colegio de Postgraduados. Montecillo. México).

El valor nutricional y su exquisito sabor hacen de nuestra miel peruana, un producto de gran aceptación y demanda en nuestro país y en el extranjero. Y en estos departamentos además nos instruyen en los beneficios de la miel, en el quehacer apícola y ponen a nuestro alcance todos los productos nutricionales, como la miel, la jalea real, el polen, el propóleo, y también productos cosméticos elaborados a base de miel y jalea real sobre todo, como cremas, shampos, jabones, y hasta golosinas como mermeladas y dulces. A lo largo de la historia, se ha escrito sobre las abejas, también se han realizado estudios científicos sobre la miel en los que se ha probado la riqueza que ésta tiene en cuanto a minerales, vitaminas y aminoácidos. Sin embargo, no tuviéramos ninguno de estos beneficios sino fuera por el trabajo metódico y paciente del apicultor, quien tras largas jornadas de trabajo trae hasta nosotros el dulce sabor de la miel y el sutil aroma de las flores y los frutos que la alimentan, como la manzana, el durazno, el naranjo y la flor de mani, esta última muy preciada por dar a la miel un toque especial en su aroma y color.

En Busca de la Danza de los Ancestros

Publicado en Costumbres, Memoria el 20/09/2006 por admin

pasto ko Santiago, atardece, la gente deambula buscando sus sueños o quizás sólo siguiendo una rutina. Yo estoy emocionada, pues ya empieza mi aventura de partir al Norte, a presenciar la ceremonia de año nuevo indígena, a conocer a los Collas.

Voy en busca de la danza de los ancestros. También voy en busca de la virgen de la Candelaria, reina de los mineros. Cuenta la leyenda que en el año 1750 Mariano Caro Inca encontró en el socavón de la mina, en el cordón montañoso de Maricunga, una imagen de piedra de 14 centímetros. La llevó al pueblo de San Fernando y desde ese mismo día los mineros la amaron y la ofrendaron, creando el primer baile chino de la virgen de la Candelaria. Comenzando así una tradición de trescientos años. Una tradición que encierra el encuentro histórico de dos mundos, el mundo indígena y el mundo hispánico, una mezcla portentosa de dolor y fe.

Estamos en el cordón montañoso de Maricunga, la tierra los Collas. La tierra donde se explotó al indígena casi al nivel de la esclavitud, donde perdió su tierra, su dignidad y hasta su nombre.
También la tierra donde surge la tradición de los Bailes Chinos de la virgen de la Candelaria. Ella fue la que le dió un consuelo al colla minero.

Llegamos a Copiapó, nos esperan en la casa de Viviana “la kolla” y la señora Nora. Todo el tiempo salían y entraban personas preparando la comida para subir al “caserón “, lugar 70 kilómetros al interior. Subimos en una camioneta, las mujeres y los niños, y en un camión los hombres. En ese transcurso yo me preguntaba por qué tenían que internarse tanto en la cordillera para realizar la ceremonia de año nuevo, lejos de extraños. En un lugar sagrado, parece un ritual secreto.

En tiempos de Pachacuti (nuevo ciclo del calendario solar), en todo Chile se celebrará el año nuevo indígena el día de solsticio de Invierno, la noche más larga del año y el día más corto. (20,21,22,junio). Celebraremos compartiendo con el pueblo Colla esperando el amanecer del día 21.

Llegamos al caserón indígena, el fuego está prendido, y nos esperan muy acogedores. El ambiente está preparado hace rato. Saludamos a los dueños de casa, don Tomás y su señora Albina, y también a los Collas que estaban en el lugar.

Son alegres y sufridos, nostálgicos. Debe ser por la vida en aquel lugar: es árido, no hay ni un árbol, sólo minerales y cerros. Y el cielo, que solo con mirarlo me da vértigo por la cantidad de estrellas que tiene. El agua hay que ir a buscarla al pique o pozo de aguas subterráneas. Crían ganados de cabras y ahora Ivonne esta haciendo un huerto donde tiene olivo, ajos, una higuera, un manzano, y muchos almácigos que serán regados con el agua del pique subterráneo con el sistema de goteo. Me doy cuenta del encanto de la pirca donde está la cocina, el fuego en una cocina antigua y en latas sobre el suelo, que contenían brasas, una mesa pequeña, algunas sillas, lo demás era sólo minerales, piedras para sentarse.
Su ritual de año nuevo es hermoso a cargo de dos mujeres: Viviana y Violeta.

Comienza haciendo un círculo sagrado hecho de piedras y en el fijan los cuatro puntos cardinales con fogatas de madera. Al centro va otro circulo. Comienza el bombo y el tambor vidalero. Violeta, una mujer de unos 50 años aprox. comienza a hacer sus oraciones. Invoca a la Pacha- Mama, al Tata-Inti y a los ancestros para que presencien este ritual. Me siento acogida, las lágrimas brotan de mis ojos. Siento que algo de mí esta en este lugar, ya me siento en casa, como una Colla más. Es el momento de hacer las peticiones para este nuevo año. Se hará con la dulce mesa, un mantelito en una mesa cubierto de dulces.

Cada participante puede aportar a la dulce mesa, y pedir. Yo ofrezco clavos de olor, y también unos higos que yo misma coseché y pido por mis seres queridos, todo esto se quema y el olor dulce parece que agradara al cielo y a la tierra.

La ceremonia dura toda la noche. Los niños y los ancianos a dormir, solo los jóvenes cuidarán el fuego sagrado.

Cantando toda la noche, esperaron esos Collas el nuevo amanecer. Es muy significativo, ya que ellos quieren recuperar sus tierras, la que fue de sus padres, abuelos y ancestros y que hace 500 años perdieron en la conquista del español y que después pasó a poder del estado de Chile.

Bailamos Saya (danza que surge del intercambio entre africanos y aymaras) que se baila durante los carnavales en Bolivia y alto Perú, y una antigua danza llamada Tinku (palabra quechua que significa encuentro)que tiene una hermosa variedad de figuras que siempre tienen como referencia los cuatro puntos cardinales.

Esa noche, que fue la más larga del año, me sentía emocionada por el privilegio de compartir una ceremonia ancestral. El paisaje, la altura, y la música me producía una sensación de vértigo y alegría difícil de transmitir. Al mismo tiempo yo vivía el reencuentro con una parte de mí, los sentía como mi gente, sin conocerlos los quise de inmediato. Esa noche compartí con una persona muy especial mis angustias existenciales sobre la búsqueda de una identidad de un origen exacto. Yo le decía que ellos (los Collas) eran afortunados por que se sabían Collas, y esa era su forma de ser en el mundo. Pero para un híbrido cultural como yo, no fue fácil reconocer mi situación de blanca india o de india blanca. ser india no tiene que ver con el color de la piel, sino con la forma de sentir el entorno, y por una fuerza interior, muy particular, y sobre todo una sencillez del alma, y un desapego a las cosas materiales.

Fue difícil darme cuenta que a pesar de sentirme tan integrada, yo no dejaba de ser una santiaguina , que no conoce ni un poco de lo que sufre la gente ahí: la soledad, el frío, la sed. Yo, acostumbrada al estrés, al smog, y sobre todo al profundo racismo y clasismo que se respira en Santiago. Fue un momento de profunda reflexión y sentimiento.

Si un 10% de sangre indígena corre por mi cuerpo, como dicen que le ocurre a todos los chilenos, yo me siento orgullosa.

El Fin de una Cultura

Publicado en Memoria el 03/09/2006 por admin

selknam03 La razón ¿Porqué Magallanes no cuenta con un folclore propio, de raigambre aborigen? Porque el indígena fue extirpado de la civilización. ¿Qué es civilizar? Es sacar del estado salvaje a pueblos o personas. ¿Y cómo hacerlo? Educando, ilustrando. Pero no sucedió así. Mientras gente adinerada enviaba a sus sicarios a ultimar nativos, otros de buena fe trataban de salvar a esas razas, pero ambos convergieron en su eliminación total; los primeros por falta de escrúpulos y los últimos por carecer de propósito. Y la máquina del progreso avasalló a los indios. Impidió que la civilización razonara con altura de miras. Si hasta los más cultos cayeron entre los engranajes del avance y, desafortunadamente, taparon sus conciencias con gruesos cortinajes, dejando dentro de sus cuartos oscuros el acaparamiento de tesoros materiales, sin permitirse el ingreso de la luz, de ese resplandor donde impera la riqueza verdadera iluminada por los rayos de la bondad, del amor y la justicia.

La extinción
Hablemos del selknam u ona. Parece que «ona». Parece que «ona» era un apodo despectivo dado por los yaganes y alacalufes cuando se referían a esos hombres espigados y robustos. Era algo así como tratarlos de «elefante marino» o «foca». José Perich en su obra «Extinción indígena en la Patagonia», dice: «El veinticinco por ciento de los onas fue exterminado por los colonos, ganaderos, soldados y marineros, y también por los buscadores de oro. Un cinco por ciento pereció en luchas intestinas entre tribus. Otro cincuenta por ciento habría fallecido por enfermedad: tuberculosis, influenza, desnutrición y epidemias varias. De estos muchos perdieron sus vidas en las misiones salesianas de San Rafael de isla Dawson y Calendaria de Río Grande, como también en las anglicanas a orillas del canal Beagle. Un diez por ciento murió por razones varias y el diez por ciento restante por enfermedades naturales y vejez». Armando Braun Menéndez dice en su «Pequeña historia magallánica», que en un encuentro con cuarenta onas, las tropas de Ramón Lista recibieron una lluvia de flechas. El militar argentino manifestó: frente a esa actitud tan hostil como inesperada, los soldados envainaron los sables y con sus armas de fuego dispararon sobre los aborígenes ocultos, con lo cual el matorral fue desalojado quedando en nuestro poder algunos prisioneros, mujeres en su mayor parte y, sobre las zarzas, veintiséis indios muertos». El suceso se había desarrollado en bahía San Sebastián en noviembre de 1886. Más adelante Braun Menéndez se refiere a la misión Candelaria donde desgraciadamente los niños indios empezaron a enfermarse del flagelo que diezma a la raza, la pulmonía, y dice que un religioso tuvo que suspender la instrucción civil para remitirse a darle la cristiana. «Tanto aprovecharon esta -dijo el cura- que se hicieron maestros en el arte de morir cristianamente». También agrega que en la misión de San Rafael de isla Dawson «el germen de la enfermedad que minaba la raza llevó en poco tiempo más de ochocientos al cementerio, despoblando en parte la misión». De las anglicanas se contaba, que doscientos capotes donados por la armada argentina causaron la muerte a los indios que los usaban. Eran portadores de enfermedades y contagios.

El rumano Popper
Existe una fotografía muy difundida y que es parte de varios textos, donde aparece Julio Popper con otros dos tiradores y en medio de ellos un ona muerto. Esta foto fue presentada por el propio Popper para justificar su combate contra los indios en 1887. El enfrentamiento de marras lo describió así: «Poco a poco logramos colocarnos del lado del viento, lo que obligó a los indios a retirarse, pues la flecha no puede causar daño lanzándola contra el viento. Dos indios quedaron esta vez muertos sobre el terreno». Según Boleslao Lewin en su obra Popper, un conquistador patagónico, éste ingeniero rumano había manifestado en parte de su discurso dado en el Instituto Geográfico Argentino de Buenos Aires, lo siguiente: «Acaso no es deber de los gobiernos inculcar en los aborígenes las nociones de propiedad antes de permitir la introducción de la oveja en sus regiones? ¿Acaso no es deber de los gobernantes antes de ocupar sus campos, antes de quitarles el guanaco, único cuadrúpedo que les proporciona vestido y alimento?»

Los ganaderos
Mauricio Massone en su obra «Cultura Selknam» (Ona) escribe sobre el pensamiento de algunos ganaderos llegados por primera vez a la isla de Tierra del Fuego, cuando esta era el reino de los aborígenes. Uno razonó así: «Estamos preparados del todo para los indios, en el hecho tengo seis hombres que no hacen más que mantenerlos a raya». Y otro: «Es bien desagradable este asunto de los indios pero que hacer, tenemos que extirpar los indios de la Tierra del Fuego y llevarlos todos a la isla Dawson». Martín Gusinde en su obra «Hombres primitivos en la Tierra del Fuego» cita una información aparecida en 1882 en el «Daily News», diario editado en Londres, que dice así: «Indudablemente la región se ha presentado muy apropiada para la cría e ganado, aunque ofrece como único inconveniente la manifiesta necesidad de exterminar a los fueguinos». Más adelante Gusinde expone que en 1880 los onas eran de 3.500 a 4.000 individuos. Cuando él llegó en 1919 sólo quedaban 279.

La Tierra del Fuego
Teóricamente se dice que los onas llegaron a la Tierra de Fuego cuando la geografía unía el continente a la isla, o esta estaba unida por un istmo en la primera o segunda angostura del estrecho de Magallanes. En cierta oportunidad , miles de años atrás, y mientras cazaban en época de verano, trataron de regresar como solían hacerlo a las pampas patagónicas, alas cuales pertenecían pues eran, con toda seguridad, de origen tehuelche; y esa vez debieron lamentar un fenómeno telúrico que les cerró el paso. Desde entonces la tierra del Fuego, o El Ultimo Confín del Mundo, o Karú-Kinká como ellos la llamaban, se convirtió en la gran isla de hoy. Los onas no eran canoeros y por tal motivo no pudieron regresar a la Patagonia cruzando el estrecho. Ellos eran cazadores y recolectores pedestres y sin otra alternativa se quedaron aislados. La civilización los mató. Cuando algunos individuos quisieron protegerlos ya era demasiado tarde. Incluso los misioneros anglicanos y salesianos, con entrañable carisma, no pudieron salvar al indio; aún peor, sus desvelos fueron negativos para el indígena, pues no era fácil variar sus costumbres ancestrales por otras nuevas e incompresibles para ellos y que además les portaban flagelos y vicios desconocidos. Su vida era inmaculada y la desarrollaban al aire libre, en medio de la puridad de una naturaleza si bien fría, no por ello menos sana y hermosa.

El folclore
Hemos perdido esas raíces. De golpe. Sin dejar herencia. Sin trasmitirnos sus ritos, costumbres, creencias y artes en «vivo y en directo» como se dice. Sin su folclore. Al respecto Massone dice: «Los selknam eran aficionados a la música y aunque no utilizaban instrumentos musicales, entonaban frecuentes cantos en ocasión de rituales fúnebres, durante la ceremonia del Hain o Kloketén, como parte de las representaciones de los Kon y también cantaban en diferentes circunstancias de la vida cotidiana». Carlos Keller en su obra «Dios en Tierra del Fuego llama Jon a los chamanes y dice de ellos: «Disponían de capas nuevas y de hermosísimos cócel que les cubrían la cabeza en forma de gorras elaboradas de cuero de zorros». En lo espiritual o ceremonial, un perfecto Jon era capaz de alejarse de sí mismo para recorrer los espacios infinitos de su mundo interior. Anne Chapman, arqueóloga, ha registrado cuarenta y dos piezas musicales entre canciones y lamentos. Ella dice que sumadas estas a las que existen en Inglaterra y Estados Unidos bordearían las ochenta. Varias armonías de estos registros son vocalizaciones, pero hay algunas con letras interesantes y hasta sorprendentes. Bien traducidas, o poéticamente interpretadas, nos dejarían un sabor a lejanía, a lamento, a resignación. El estoicismo del ona se basa en el amor, el respeto y la confianza que deposita en sus dioses bienhechores, y también en el culto y veneración a sus muertos.

La muerte
Hay mucho de muerte en esta raza inmolada. Anne Champan dice que Koliot era su grito de alarma cuando auscultaban la cercanía de los hombres blancos asesinos, denominación que hicieron extensiva al renombrado «Chancho Colorado», exterminador de indios. Koliot significa «capa roja». De este color era la capa que usaban los primeros policías que conocieron. A esos blancos o chanchos colorados los trataban de malos cristianos que matan indios. Los últimos onas pasaron por una experiencia bastante catastrófica, que casi los diezma en su totalidad y que ocurrió durante la epidemia de sarampión de 1925. «Hubo muchos muertos -dijo la india Lola Kiejpa, según Anne Chapman- muchos muertos, muertos, muertos. ¿Cuántos muertos? No sirve Xohat Xoon, el médico blanco. El cementerio está lleno. Tanta gente muriendo».

El chancho colorado
A propósito de «Chancho Colorado», Bruce Chatwin dice «En la Patagonia»: «El cerdo rojo halló, en cambio, su némesis en la bebida originaria de su patria (el güisqui). Murió de delirium tremens cuando tenía algo más de cuarenta años. «Pero los indios atraparon al Cerdo Rojo, me dijo la hija del gerente del frigorífico Patagonia. La verdad es que conocimos mucho al Cerdo Rojo cuando éramos chicas en Punta Arenas. Vivía con su esposa en una casita muy cómica a la vuelta de la esquina. Su final fue espantoso. Todo el tiempo veía indios en sus delirios. Arcos y flechas clamando sangre. Una noche despertó y los indios estaban rodeando su cama. Y él gritaba: «No me maten, maten» y salió corriendo de la casa. Su esposa fue detrás y no pudo alcanzarlo, pues el hombre se perdió en el bosque (que por entonces rodeaba a Punta Arenas). No lo encontraron en días. Y por fin un peón lo halló en un prado junto a unas vacas, desnudo, comiendo pasto en la misma posición que ellas.»

El canto del chamán
Más o menos así el canto del Xoon interpretado por Lola Kiejpa y grabado por Anne Chapman: «Ya estoy en ese lugar y aún no he llegado. Solo veo a los de la casa de Ham-nia, el hogar del cielo donde moran los que se fueron. Oigo que me llaman desde lejos porque el guanaco para sus orejas para escuchar el viento de Kenénit. Canto por los dos kloketén hijos de Kenénit que han partido, dos jóvenes recién iniciados y tan pronto hijos del oeste. Yo estoy sobre sus pisadas y las de aquellos que se fueron y sigo sus rastros, cautelosa, para llegar al hain de Ham-nia, a la casa de los iniciados en el cielo. Estoy sentada sobre mi cama y canto, canto a la madre guanaco y a aquellos que se fueron a la casa de Ham-nia. Ahora estoy perdida y no veo la huella de Ham-nia. Entonces busco las pisadas de los padres de aquellos que se fueron a cantar en el Hain. Me parece estar sentada en una cama del cielo porque creo haber llegado, Pero sigo caminando hasta Ham-nia, hacia la casa de aquellos que se fueron. He perdido los rastros y no el camino que me lleva a presenciar la verdadera ceremonia del Hain de Ham-nia, la iniciación en el cielo.»

Xoon es el chamán, brujo, mago, hechicero. Anne Champman escribe Xoon, Mauricio Massone lo monbre Kon y Carlos Keller, Jon. Ham-nia significa el cielo en su totalidad y profundidad. Kenénit es el cielo del oeste de donde viene el viento. Hain corresponde a la iniciación y también a la casa o templo donde se desarrollaba esta ceremonia. Klóketen se refiere al adolescente iniciado.

Nostálgica herencia
Después de haber repasado estos textos sólo me queda escuchar el quejido interminable del panteonero. Así denominaban los antiguos magallánicos -según cuentan- al viento de l suroeste, por venir siempre el lado donde estuvo el primer peteón o cementerio de Punta Arenas, anterior al de la plaza Lautaro y situado en algún lugar de Miraflores. Y es todo lo que nos queda del indio. Un panteón, un lamento. Y el viento.

Huañuy Micuy o Ayayay Micuy

Publicado en Gastronomía, Historia, Memoria el 21/08/2006 por admin

papas andino Debo reconocer que esta leyenda y otras muy parecidas existen en todo el Perú, como también en otros pueblos de América, pero esta se repite en los pueblos de Ancash, Huánuco, Apurimac y Huancavelica. La que sigue es de Huánuco (Nota del autor):

Cuando el indio Khapajg Ruckru, curaca de KULKISH (pueblo de la hoy provincia de La Unión – Departamento de Huànuco), aceptó la religión católica, le hizo algunas preguntas al enviado del extirpador de idolatrías Francisco de Ávila:

─¿Con tus dioses crecerán mi papa?,
─¿Con tu virgen será dulce mi chogllo (maíz tierno?,
─ ¿mis hijos no se morirán de hambre?,

El cura representante le dijo que sí, le aseguró que no solo será alimento para él y su pueblo sino también que servirá para pagar sus impuestos.

El curaca, hombre muy querido por su comunidad, ordenó que desde ese momento se le brinde respeto y adoración a los imágenes de Cristo y La Virgen María, ordeno que recen Aves Marías y Padre Nuestros de rodillas y cuando caigan en tentación deberían invocar el nombre Sagrado de Jesús.

Ese año, la papa se agusanó y el maíz fue atacado por los loros, el hambre apareció por primera vez, Se reunió el pueblo y su curaca y convesaron:
─ Seguro que no has hecho lo que dicen los de España
─Estoy repitiendo lo que me enseñaron y no da resultado

Así eran los diálogos entre Khapajg Ruckru y su pueblo:
─Ya nos quitaron nuestras riquezas, nuestra tierra y el Sol.
─ Ya nos quitaron nuestra identidad. Ahora quieren quitarnos nuestros Padres (Dioses). Solo les falta que nos prohíban llorar, le reprocho un yachaq (sabio conocedor).
─ Regresemos a lo nuestro. Nuestros Apus (Dioses) nos castigan así por abandonarlos.

Khapajg Ruckru, quiso cumplir su palabra y dijo: seguro que no entendí bien, y ordenó sepultar a las imágenes de la Virgen y demás santos, porque supuso que así crecerían sus alimentos.
Esperaron que los nuevos dioses fecundaran las siembras de maíz, papa, camote y otros alimentos pero no dio resultado, el hambre aumentaba.

Los sacerdotes católicos y en especial Fray Alonso de Zuazo se enteraron y viajaron hasta Kulkish, buscaron a Khapajg Ruckru y le tildaron de hereje.
Los indios nunca habían escuchado esa palabra y no la entendieron.

─Por qué lo hiciste? dijo el cura,
─ Yo solo quería que tu Dios me ayude a crecer mi papa, mi maíz, mi camote, pero no fue así. Tu Dios no sirve, nos quita la comida, no come con nosotros….seguro que come contigo.

Lo juzgaron y la pena fue QUEMARLO VIVO, y cuando estaba atado en un tronco, Fray Alonso de Zuazo le dijo:
─ Arrepiéntete y bautízate para que vayas al cielo, tendrás la Gloria y el descanso eterno
─ Khapajg Ruckru le contesto: ¿en el cielo están los cristianos?
─ Si, todos estamos y llegaremos alla algún día
─ ¿donde no llegarán ustedes?
─ Al infierno
─ Escojo el infierno entonces.

Fray Alonso de Zuazo prendió la hoguera y mando que todo el pueblo este presente a manera de escarmiento, y les dijo, ¡QUIEREN PAPAS, QUIEREN MAIZ!, pues ahora comerán hasta saciarse. En la hoguera puso estos alimentos que se cocieron con el fuego que quemaba a Khapajg Ruckru, y cuando terminó de quemarse, obligó a todos los que presenciaban este horrendo acto a comer la papa, el maíz.
Ese dia la papa fue amarga y lloro.

Colaboración del chef Rodolfo TAFUR Zevallos: rodotafur@yahoo.com.mx

Las Buenas Herencias

Publicado en Historia, Memoria, Mujer el 24/07/2006 por admin

abu  bis  tios copiaTenemos nombres diferentes, Araucanos, Selk’nam, Diaguitas, Guaraníes… solo por citar algunas, muchas naciones a lo largo del continente. Somos naciones enormes formadas por comunidades, con realidades similares, formas de vidas propias, costumbres, ceremonias…

Desde hace más de 500 años. Contando hacia atrás la historia, dibujando el mapa de la vida, tal vez lo conocido por mí, es la realidad de la mayoría. Todos somos privilegiados por alguna razón, y particularmente tengo el privilegio de saber quien soy y de donde vengo.

A veces la herencia viene mezclada, transformada y hasta en algunos casos, negada.
En el Litoral Argentino, por citar un ejemplo, si una niña tenía el destino de llamarse IRUPË, era imposible. “Hay que poner nombres cristianos, no de bárbaros” por haber nacido Güaraní , terminaba llamándose…Juana, y si en aquellos lejanos días un hombre con acento extraño gustaba de un campo, lo tomaba con indios y todo, pasabas a ser parte de su propiedad, (con la salvedad que muchas comunidades somos de naturaleza guerreras y buenamente rebeldes, defendiendo nuestra raza e identidad) entonces se perdían los apellidos, eso pasaba en muchas comunidades, eso pasó en parte de la comunidad CAANGUA, de la nación GUAYCURU, donde nacieron mi abuela, mi bisabuela, mi tatarabuela .

Parece ser que el dueño de esa estancia formada en tierras CAANGUA, al norte de la provincia de ENTRE RIOS; se apellidaba MEDINA. Y en un censo, resultaba que Juana era de la estancia medina, y con el tiempo paso a ser Juana medina.

Así que mi abuela, se llamó ELISA, mi bisabuela HIPOLITA, mi tatarabuela TIMOTEA, todos, por supuesto MEDINA.

Todas, o por lo menos, la mayoría de las étnias, somos migrantes, no ahora, pero hace 150 años, la comida, el abrigo, el tiempo, hacían que viajemos permanentemente de un lado a otro, y trocaramos con lo que sabíamos hacer , en las selvas, en las montañas en las cercanías de los ríos generalmente, porque donde hay agua hay vida.

Hay algo que muy frecuentemente pasaba en todas las comunidades, en toda indoamérica, y es que en las migraciones se dan las mezclas, no en todas las comunidades, pero era bastante comun. Y los rasgos, la manera de caminar el color de la piel el pensamiento es lo que nos unía y sigue uniendonos, más allá de las culturas foraneas y la tecnología.

En las mezclas generalmente se mantenían las tradiciones y costumbres, Hoy día, los caciques (Lonko, en mapuche)siguen conduciendo a nuestras gentes, según las leyes ancestraes, las reuniones de los mayores, la consulta al médico o Machi, o sabio, (que es lo mismo) .

Descubrí con asombro hace pocos años que GUAYCURÚ significa. “LOS QUE VINIERON DE ARRIBA”. Señalando el cielo. Todos venimos de allá. Igual que Nguenechen, y todos vivimos tratando de encontrar el futuro, y encontrar las tradiciones, y tal vez encontrar como en mi caso, cuál es mi verdadero apellido.

Uno no es quien es, por el lugar donde nació, sino por cosas más profundas, esas que se siente en el estómago , esas que nos brotan desde adentro. Que están selladas con fuego, y son las que nos hacen libres y nos dan la identidad.

Es extraño, encontrar, comunidades puras, de ojos verdes y pelos rubios, viviendo y protegiendo sus tradiciones lengua y tierras. Son Guaraníes también, del Paraguay.

Pero está la otra parte, la que no queremos contar, la que si pudiéramos arrancarla de nosotros lo haríamos. Es el sometimiento que padecían nuestras mujeres, de las que parían mestizos, Esto pasó en todos lados. Y el dolor, y la vergüenza, tal vez algún antepasado directo de cada uno de nosotros, tuvo que someterse, para que no le mataran los hijos. Yo me miraba de chica, y miraba a mi familia, la piel del color de la tierra, los ojos profundos y oscuros como las noches cerradas, y yo de ojos azules y la piel más clara.

Aunque los Antropólogos y la realidad me muestren que hay ( como cité antes) indios rubios entre los guaraníes. Me sentía rara, diferente. Mi abuela me decía : Mi Hijita, usted tiene mi sangre, vos sos como yo, como la tierra. Muchos, de los nuestros puros, tiene el color del cielo en los ojos. Más allá del color de la piel. Y la manera de caminar, de mirar, los rasgos, la forma de los pies…

Visitando a mis Lamnguen de Junín de los Andes en la Cordillera Neuquina, encontré que en una misma comunidad alguno era más oscuro que otro, ojos color miel, ojos marrones, pero algo, la esencia , los rasgos, la forma de las manos, la mirada, eso era igual en todos.

Tardé algunos años, en darme cuenta que la casa de uno es el lugar donde fue parido, el lugar donde está la gente que lo rodea, y esa casa con todo, se transforma en el hogar, en la comunidad y le da vida.

Elisa, viajó a Buenos Aires a los 16 años, porque un tío trabajaba en los Ferry que van por el río Paraná hasta Buenos Aires. En Tiempos de hambre no lo pensó, se subió al barco y consiguió un trabajo limpiando en la casa, por supuesto, de gente bien. Sola en una gran ciudad y para colmo india. Ella era sumamente curiosa, y eso la hacía querer aprender, y caminaba, preguntaba. Oigo su voz diciéndome. “Lea, estudie, todo lo que pueda, y no se quede nunca con la opinión de otros, piense y opine por usted, eso es saber elegir”. Mirá a Elisa vos!, sabía en su corazón que lo que la hacía libre entre los blancos, era el conocimiento. Ignorancia tenemos todos, yo ignoro como vive un ruso, ignoro qué come un Australiano. Pero conocer lo cercano, nos dá la herramienta para poder volver a nuestras fuentes, porque de ese modo, sabemos por donde empezar a buscar.

¿Cómo aprendió a leer Elisa?, ningún indio podía ir a la escuela, no convenía, no podían entrar. Y como curiosa que era, pensó en hacer un trueque. Ella me contó, tenía ocho años y fue a una casa bien, de gente pudiente a ofrecerse para limpiar y ayudar en la cocina, pero no quería plata, sino que le enseñen a leer y escribir. Y en una pizarra, le enseñaban las letras.

Ocho años… una india, una nena.

Así aprendió, y volvía a la casa a limpiar y apisonar la tierra del piso, y atender a su abuela, y a sus dos hermanos. Ocho años, de la familia caangüa de la zona era la única que aprendió a leer. Ignorante en definitiva es el que no quiere saber, el que se conforma, el que espera que le den, y si vivo en la ignorancia, no voy a morir en la pobreza digna, sino en la miseria e indignidad .

Miraba a los ojos al hablar, con orgullo indio, sin despegar los pies de la tierra miraba al cielo, sabía oír, sus silencios eran muchas veces las respuestas a mis preguntas.
Yo sé de donde vengo, y soy Guaycurú, Soy Guaraní, Soy hija de la tierra, con más de 500 años de historia, Mirando al sur, porque encontré en el Lanín mi lugar sagrado. Todo esto y tantas otras cosas, me dan el orgullo de pertenecer a esta PATRIA GRANDE, y la identidad DE SER INDIGENA.

Haymee Solancó
Escritora argentina indígena y colaboradora de Serindigena
quechran@yahoo.com.ar

Semana del Patrimonio en Valdivia

Publicado en Actualidad, Memoria el 29/05/2006 por admin

pellines tiajardin Bajo la concepción de patrimonio que comprende la valoración de lo tangible, o sea las obras materiales y arquitectónicas, y de lo intangible tales como las culturas, las lenguas, las costumbres y religiones, se realizó la presentación del ciclo documental Los Indios del Futuro durante tres días y con asistencia mayoritaria de estudiantes secundarios.
El ciclo documental comprende registros audiovisuales en las comunidades indígenas, realizados por la ONG Comunidad SerIndígena, organización valdiviana que trabaja en el conocimiento y difusión de las culturas originarias de Chile.
En conjunto con Enzo Muñoz, Jefe de la Dirección Provincial de Bienes Nacionales, se presentó en el Teatro Cochrane de la Municipalidad de Valdivia una primera parte que comprendió a los pueblos Aymara, Quechua y Lickan Antai. Al día siguiente le correspondió a los pueblos Kawésqar, Rapa Nui y a la comunidad de afrodescendientes de Arica, Oro Negro.
La tercera etapa se realizó en el Liceo de Niñas Santa María la Blanca, donde se exhibieron los documentales referidos al pueblo Mapuche Lafkenche de la zona costera valdiviana, dando cuenta de la construcción de una ruka tradicional por comunidades de Alepúe y Puringue, y de clases de mapudungun y cultura mapuche impartidas por el profesor mapuche Juan Lemuñir, en las escuelas de Los Pellines. Bonifacio y Playa Rosada. También se mostró Aesquik Sàes at Cècel (Esta es mi casa)video de la última comunidad kawésqar de Puerto Edén en la zona de los canales.
Para el cierre se presentó la educadora de párvulos Ximena Ñanco con los niños lafkenche del Jardín Infantil de Los Pellines,vestidos con sus trajes tradicionales. Posteriormente, en una acción de interculturalidad, los niños quisieron conocer el Mall, lugar donde jugaron con los aparatos electrónicos y almorzaron.
La ONG Comunidad SerIndígena, a través de los directores Bruno Serrano, Pedro Llera, Heddy Navarro y el socio Bruno Serrano Navarro, realizó las presentaciones y los foros donde el interés por el conocimiento de nuestras culturas originarias quedó de manifiesto.

Los Aymara del Mar

Publicado en Actualidad, Memoria el 25/03/2006 por admin

00000050 constrain 160x200 Aunque la visión dominante acerca de la población chilena nos muestra una nación fuertemente impregnada por las culturas hispana y anglosajona (al extremo de que la oligarquía chilena se arroga el mismo rol que el Estado judío ejerce en Medio Oriente, estigmatizando a movimientos indígenas de quechuas, aymaras y mapuches como “los musulmanes terroristas de Sudamérica”), no se debe perder de vista que en el territorio vecino habitó y habita una importante y variada masa originaria que todavía hoy lucha por sobrevivir ante los embates de la colonia exterminadora, de la república excluyente y de la modernidad etnicida.
Luego de siglos de presencia europea en el territorio chileno, varios de estos pueblos, tales como los aónikenk y los sélknam en el extremo austral de Chile, sucumbieron frente a la violenta usurpación de sus territorios ancestrales; aunque etnias como la de los mapuche, los aymaras, los atacameños y los rapa nui todavía conservan casi intactas sus identidades originarias, en una lucha social y étnica cotidiana donde el enfrentamiento con el Estado señorial chileno adquiere connotaciones sangrientas. Hoy, los líderes de las comunidades indígenas que resisten el exterminio racial en Chile, particularmente mapuches, son víctimas de sistemáticos crímenes políticos e injustos encarcelamientos.

Diversidad en extinción
Desde hace miles de años el territorio actual de Chile, al igual que el de la mayor parte de América, ha estado habitado por diversas agrupaciones humanas que vivían fundamentalmente de la caza y la recolección. Algunos pueblos, como los aymaras y los atacameños en el norte, vivían de la agricultura (cultivo de papa y quinua) y la ganadería de auquénidos (llamas y alpacas). Otros, como los changos en la costa norte, los rapa nui en Isla de Pascua, los chonos, los kawéskar o alacalufes y los yámana o yaganes en los canales australes, subsistían fundamentalmente de la pesca y la recolección de moluscos. Finalmente los mapuche, que habitaban entre el Choapa por el norte y las islas de Chiloé por el sur, los aónikenk o tehuelches de la Patagonia y los sélknam de la isla de Tierra del Fuego, vivían del producto de la caza y la recolección.
Sus formas de organización social también diferían unas de otras. Así por ejemplo, los aymaras se organizaban en ayllus que eran unidades territoriales formadas en base al parentesco, los que a su vez podían agruparse en confederaciones de ayllus o “señoríos”.
Los rapa nui, que habrían estado divididos en diversos grupos o tribus hasta el siglo XVI o XVII, tenían un sistema jerárquico de jefes a “ariki” y “cortes reales” que subsistieron hasta fines del siglo XIX.
Para los mapuches, la familia —compleja y extendida— bajo el liderazgo del cacique (lonco, ulmen), habría sido, en tiempos de paz, la organización fundamental.
La llegada del conquistador español introdujo grandes alteraciones en la vida de estos pueblos. El control del territorio hasta entonces habitado por los indígenas y el sometimiento de estos últimos se intentó materializar a través de la fundación de ciudades fortificadas a lo largo del país, de la distribución de las tierras de los indígenas a soldados españoles en pago de servicios y de la repartición de los indígenas a estos últimos a través del sistema de encomienda, como en el resto del Continente; con el agravante de que en Chile la migración anglosajona en el siglo XIX, impulsada por el capitalismo en expansión, consolidó el exterminio a extremos casi irreversibles.

Mapuches y aymaras
En el Censo de Población y Vivienda de 1992, se estableció que la nación Mapuche es la unidad étnica originaria más numerosa de Chile, con aproximadamente un millón de habitantes, la mitad de los cuales habita entre el río Bío Bío y la Isla de Chiloé, en la zona sur del país, en tanto que la otra mitad lo hace en Santiago y otras ciudades en distintas regiones de Chile.
El segundo grupo étnico de Chile está constituido por el pueblo Aymara, con una presencia de casi 50.000 habitantes concentrados especialmente en las regiones I y II (Tarapacá y Antofagasta) colindantes con Perú y Bolivia. De hecho, cuando Bolivia perdió su costa en el Océano Pacífico tras la guerra con Chile en 1879, nuestro país perdió también un invalorable patrimonio intangible al ser despojado de una población aymara estrechamente ligada a la cultura marítima. Los aymaras poseen ritos y tradiciones que usan frutos del mar como parte de su cultura ancestral. El mar que perdimos en 1879 fue un mar aymara.
Por otra parte, con una población de alrededor de 20.000 habitantes, la etnia de los Rapa Nui se constituye en el tercer grupo étnico que sobrevive en Chile. Este pueblo habita principalmente en la Isla de Pascua, ubicada en el Océano Pacífico a 3.800 kilómetros al oeste de una costa continental rica en recursos naturales que fueron depredados por una compañía inglesa entre 1895 y 1953.
Al igual que en Estados Unidos de Norteamérica, estos grupos étnicos fueron confinados a reducciones poblacionales mediante un sistema legal de despojos territoriales y de individualización de la tierra que sigue vigente. Este hecho resultó devastador especialmente para los mapuches. En su etimología, Mapuche significa “gente de la tierra”.
En virtud de aquella legislación de la tierra vigente en el país vecino, según explica María Ester Grebe, investigadora de la Universidad de Chile, muchas de las tierras más ricas de los mapuche fueron adquiridas mediante arriendo —hasta por noventa y nueve años— por particulares no indígenas en los últimos años, aumentando la migración mapuche a la ciudad y un consiguiente estado de mendicidad en gran parte de esta población expulsada de su hábitat.
Los mismos efectos tuvo esta política etnicida sobre el pueblo aymara; aunque con un matiz emergente de la modernización del norte chileno. Los aymaras de Chile, ligados también a la explotación del salitre en sus tiempos de auge, se especializaron dentro la esfera de la circulación trasladando productos entre la costa del Pacífico y la cordillera de los Andes, en una práctica trashumante común a esta etnia en la triple frontera Chile – Perú – Bolivia.
“Después de la apertura de los caminos hacia el interior de Iquique —ocurrido entre 1960 y 1965—, se inició el tránsito de camiones chilenos que sustituyeron gradualmente a las caravanas aymaras en el transporte y compraventa de productos agropecuarios andinos”, dice la investigadora. Esta situación se prolongó hasta 1977, añade Grebe, año en que los aymaras iniciaron la adquisición de camionetas utilitarias y camiones en la zona franca de Iquique con el fin de transportar y vender sus productos en el mercado urbano sin intermediarios. “De este modo el pastor jefe de hogar se convirtió en transportista, delegando sus funciones de pastoreo en su esposa e hijos”.
Grebe informa asimismo que esa nueva especialización de los aymaras chilenos los desvincula paulatinamente de las tierras de cultivo en un evidente proceso de “descampesinización”. Por esa vía estos aymaras se insertaron en la economía de libre mercado con relativo éxito, al saber combinar su sentido de austeridad y autonomía con sus principios de reciprocidad y complementariedad.
Sin embargo, los aymaras chilenos que todavía persisten en la producción agrícola aferrados a la tierra son sistemáticamente despojados de sus sistemas ancestrales de riego, y no reciben ninguna atención crediticia ni tecnológica del gobierno de Santiago.
Según José Aylwin, experto del Instituto de Estudios Indígenas, a diferencia del caso de los mapuches, la propiedad ancestral de sus tierras nunca les fue reconocida a los aymaras de Chile, quienes han sido prácticamente ignorados por las autoridades que “sólo han implementado respecto a ellos políticas destinadas a lograr su asimilación a la sociedad chilena mediante la aplicación de sus instituciones, principalmente la escuela y el servicio militar obligatorio”.

Wilson García, Bolivia, es colaborador de Ser Indígena.
E-mail: llactacracia@yahoo.com

Ser Mapuche

Publicado en Arte, Memoria el 24/03/2006 por admin

00000357 constrain 160x200 01 Juan Carlos Huillipan vive a escasos metros de la Laguna Ancapulli. Es un mapuche. Debe tener unos 21 años.
Lo recogí en la carretera que va desde Curarrehue a Pucón y lo acerqué hasta su casa. Hablamos de cómo tiene que trabajar en verano y estudiar en invierno, de la media hora caminando que tiene que hacer todos los días desde su casita hasta la carretera para coger el autobús, de porque su abuelita no le había enseñado el mapudungun, de los volcanes que yo quería fotografiar, de los peces de la laguna.
Cuando finalmente llegamos a su casa, después de recorrer unos kilómetros de ripio, se sorprendió de que hubiera hecho el recorrido sólo para llevarlo a él, sin otro objetivo, como si él mismo no mereciera esa ayuda…
Bajé hasta el pie de la laguna, el día estaba soleado, el agua como un plato llano, las aves chillaban muy bajito y el mundo estaba allí.
Los mapuches, la gente de la tierra, son tan importantes en su tierra y le dan tal importancia a la tierra que llevan su nombre en el suyo: Mapu.
Y en este texto, yo quería sentirme como sentí al mundo y a los mapuches ese día de Enero, en Chile, quería sentirme importante en Ancapulli, cerca de Curarrehue y cerca de Juan Carlos Huillipan.

M A P U C H E
(Dedicado a la «gente de la tierra»)

Bajó el cielo a la laguna Ancapulli y se juntó con el agua.
El agua de la laguna tocó la tierra en sus bordes y en un instante, volvió a ser el mundo solamente cielo, agua y tierra.
Todo se llenó de los sonidos de la vida, respiración del aire.
Todo se colmó del aroma de la verdad, olor del suelo.
Todo se invadió del color de la quietud, color de los colores.Y en el medio de la sensación evocada de ser mundo, vida y tierra, me quito la ropa, me desnudo el pensamiento y me dispongo a gritar que me nombro a mí mismo gente de toda esa belleza, gente de todo lo que nos ha sido dado, gente de la gente que vive, gente de la tierra: ¡mapuche!.

Rafael Presa Tomé
Desde Galicia (España)

Diccionario de Lenguas Patagónicas

Publicado en Memoria el 01/01/2006 por admin

pataEsta recopilación de las lenguas aborígenes patagónicas contiene en sus 227 páginas, 1440 vocablos tehuelches (chónek y/o aoniken), 4050 mapuches, 545 ona (selk´nam), 150 yámanas y 115 alacaluf.

El precio de venta es de $18. Es una edición del autor Luis Alberto Belloni autor que vive en El Hoyo – Chubut, y puede conseguirse en librerías de la Región; en la Feria de Libros de El Bolsón, que funciona los Martes, Jueves y Sábados al lado del Correo (allì se hace descuento a docentes: $15); o, para el resto del país, por encargo a latrocha@yahoo.com.ar o al teléfono (02944) 1560 6487).

Luis Belloli, nació en Lobería, provincia de Buenos Aires, y desde el año 1999 reside en El Hoyo, provincia del Chubut. Desde entonces ha desarrollado una investigación sobre los pueblos originarios patagónicos, lo que le permitió hacer acopio y análisis de información sobre los mismos. Estudió en la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, actualmente en la Universidad Nacional del Comahue y ejerce docencia en escuelas medias de las provincias de Chubut y Río Negro.

Y dice sobre su libro “Cuando compilaba los datos para esta obra, recordaba cuanta razón tenía Guillermo Obiols cuando expresaba: “La modernidad fue un producto europeo en sus orígenes y se extendió universalmente calando hondo en los lugares donde llenó espacios vacíos por desplazamiento de las culturas aborígenes como Australia, Argentina, EE.UU., etc., ante la crisis de este sistema y su reemplazo por el posmodernismo, hoy reaparecen los particularismos culturales en su momento sometidos”, por lo que deseo contribuir con este pequeño “grano de arena” al conocimiento de nuestras culturas ancestrales.

Es mi intención que esta recopilación de vocablos de las lenguas tehuelche (1468), mapuche (4056), ona (selk’nam) (542), yámana (149) y alacaluf (116), sirva a todos los interesados para conocer más sobre nuestro pasado y de alguna manera nuestro presente, ya que como bien decía Aimé Painé, en 1987: “A las maestras les diría que cuando encuentren en el manual de 5° grado que los indios ‘vivían’, que ese tiempo lo corrijan porque los indios ‘vivimos’ en Formosa, en el Chaco, en Salta, en la Patagonia. Hay miles de aborígenes en la Argentina. Pero es muy poco lo que se conoce sobre las culturas aborígenes”. No es un libro estrictamente científico, solo trata de informar a personas curiosas, pero si desean profundizar o entrar en polémica sobre algunas de las acepciones o regionalismos citados, he colocado abundante bibliografía para consultar.

Dadas las dificultades que tuve que sortear para llevar adelante la investigación sobre toponimia, nombres de fauna y flora, numerales de los pueblos originarios patagónicos; la diversidad de libros, personas que entrevisté, formal o informalmente, de lenguas orales sin ningún tipo de sustento escrito, me decidí a compilar todo lo que había anotado en diferentes cuadernos, papeles sueltos, para mis otros dos textos. Se sabe hoy que los aborígenes habían nominado todo: fauna, flora, toponimia, estrellas, etc., pero muy poco de ello se halla registrado y menos aún, reunido en un solo texto.

Este libro es de alguna manera mi modesta investigación sobre las lenguas aborígenes patagónicas, con las acepciones, regionalismos.”

Otras obras del autor
(que se consiguen de la misma forma que el diccionario):

o “El Gondwana, Educación Ambiental desde los patios escolares andino patagónicos”, 1º edición enero 2003, 2º edición agosto 2003 La obra está dirigida a docentes de todos los niveles y guías de turismo, y el contenido versa sobre: didáctica de la educación ambiental, el antiguo territorio gondwanico, la fauna, flora, líquenes y hongos andino patagónicos en lenguaje vulgar, científico y aborigen y ejercitación (mas de 150 actividades) para realizar con los alumnos y/o turistas. Declarado de Interés Educativo Provincial por el Ministerio de Educación de la Provincia del Chubut, por resolución 331/04. ISBN 987-43-5508-5(1º ed) e ISBN 987-43-6354-1 (2º ed)

La Magia Vigilada, Shamanismo Selk’nam

Publicado en Medicina, Memoria el 01/01/2006 por admin

SelknamEl Xo’on, shamán selk’nam

Cada haruwenh poseía un shamán denominado xo’on, temido y respetado por la comunidad, era considerado casi como un ser sobrenatural por su constitución distinta a la del resto de los hombres. Estaba hecho de «edredón» o plumones suaves (el waiyuwenh) que alejado del cuerpo de su poseedor es pequeño, pero dentro de aquel crece y se propaga adoptando exactamente su contorno.

El waiyuwenh le era transmitido al shamán en un sueño. Aquél era como un segundo «yo» que realizaba todo aquello que el shamán había planeado y era invitado a presentarse por intermedio del canto. Este canto era un poderoso auxiliar del shamán, él era quien conducía al rapto necesario de la conciencia para que entrara en comunicación con «las fuerzas». Este canto era uno y característico, pero, más que identificar al autor, el canto cumplía la función de introducir un estado excepcional por intermedio de modificaciones fisiológicas. Ellas producían una especie de «mareo», que podía aislar al shamán de los distractores y llevarlo así a la necesaria introspección.

La pintura facial y la cura

La principal ocupación del xo’on es la cura, ésta supone que el cuerpo del paciente ha sido violentado por un elemento extraño: el cwake (la enfermedad). Este cuerpo extraño era concebido generalmente como la intrusión provocada por un xo’on rival. Por ello la cura comenzaba con la pintura facial adecuada, pintura de guerra. El shamán estaba en guerra con la enfermedad. Se trataba de dos líneas aplicadas con el dedo y que iban desde las aletas de la nariz al nacimiento de las orejas; se aplicaban también tres puntos: dos en los pómulos, uno en el nacimiento de la nariz. Las demás líneas se aplicaban verticalmente en las mejillas. Después de esta operación, el shamán se acercaba al paciente que permanecía tendido a la entrada de la choza. Comenzaba una especie de danza, durante la cual el shamán escupía continuamente; y daba pesados golpes con los pies, acompañados de movimientos cadenciosos de brazos, todo esto alrededor del enfermo. Se creaba así un espacio ritual, el sitio de la lucha. Finalmente el xo’on se acercaba a su paciente lo exploraba detenidamente con la vista como si tuviera rayos X en los ojos, y comenzaba a masajear conduciendo el cwake a un lugar determinado del cuerpo desde donde era extraído por succión. Preferentemente se extraía un ratón pequeño, una punta de flecha ensangrentada o un plumón. Eran las manifestaciones visibles del cwake. Con un grito gutural se daba por terminada la sesión curativa.

El Poder Conjurado

Los Selk·nam la mayoría de las acciones condenables provenían de shamanes femeninos. Las dos crueles mujeres que gobernaron en el pasado lo hicieron amparadas en su poder de xo’on. La luna (Kree) había engañado a los hombres haciéndoles creer que su poder de hechicería tenía un carácter divino y por lo tanto inmutable. Taita, por su parte, también amparada en su poder de xo’on les impidió salir de caza (a los Selk·nam) condenándolos a la hambruna.

La Magia Vigilada

El shamán Selk´nam se ocupaba de introducir el dolor de su paciente en un sistema de pensamiento afín al enfermo. El dolor orgánico tenido por irracional debía por ello ser llevado a un universo con sentido.

«La cura consistía en volver pensable una situación dada al comienzo en términos afectivos. Y hacer aceptables para el espíritu los dolores que el cuerpo se rehúsa a tolerar. Que la mitología del shamán no corresponde a una realidad objetiva carece de importancia: la enferma cree en esa realidad, y es miembro de una sociedad que también cree en ella. Los espíritus protectores y los espíritus malignos, los monstruos sobrenaturales y los animales mágicos forman parte de un sistema coherente que funda la concepción indígena del universo. La enferma los acepta o, mejor, ella jamás los ha puesto en duda. Lo que no acepa son dolores incoherentes y arbitrarios que, ellos sí, constituyen un elemento extraño a su sistema, pero que gracias al mito el shamán ya a reubicar en un conjunto donde todo tiene sustentación». (Levi-Strauss, 1973).

Fuentes: La Medicina entre los Selk’nam de la Tierra del Fuego

Alfredo Prieto, Arqueólogo del Instituto de la Patagonia.