Trabajo Indígena
Es ya la madrugada del viernes, el corte de la siembra esta cargada firme para poderla llevar a nuestros caseros en el terminal o en el mercado, hay que amanecer en Iquique, el camino es lento y de cuidado.
Con retos y palabras fuertes les encargamos la casa a nuestros perros (Duque y Lile, al Morocho lo llevamos), ellos saben entender dicen los abuelos, son como personas, de allí nuestros hermanos, nuestra abuelita se queda y ellos serán toda la compañía que tendrá. En los bolsos llevamos algunos encargos y otros tantos papeles, nuestras cédulas por si nos toca hacer un trámite el lunes, día que se hace corto cuando estos duran toda la mañana, tiempo que en su mayoría depende de algunos burócratas hermanos (aymaras) que trabajan para la burócrata CONADI o los restantes no andinos de los demás “servicios públicos” a los que nos toca por desgracia ir los funestos días lunes.
El camino es lento, la carga debe llegar integra, de ello depende que traigamos de vuelta mas y mejores víveres para nuestro sustento, que es para lo que mas alcanza, porque para las demás aspiraciones, o bien hay que endeudarse, o bien caer al juego de la asistencialidad, lacra que destruye nuestra decaída nobleza, único patrimonio que cómo raza podemos conservar los hijos de la tierra, de cuyo seno obtenemos todo, y en cuyo seno moriremos siempre con la digna esperanza de un mañana mejor y menos oprimido.
Hay que conversarle periódicamente a nuestro padre, sería fatal que se quedara dormido, las curvas son peligrosas y la quebrada sabe cobrarse dicen los abuelos cuando no les pagamos sus ofrendas (wilanchas y pawuas). A lo lejos se divisan las luces del pueblo de Huara, es señal que estamos cerca de la carretera panamericana y de nuestro destino, Iquique. Hay que llegar tempranito, hay que ganar lugar en calle progreso, hay que dormir sólo con un ojo, el Morocho nos avisará si alguien quiere robarnos, la perdición blanca (pasta base) hace estragos en jóvenes del sector y mejor prevenir.
Amanece ya, y los primeros rayos de nuestro padre Sol alumbran a nuestros primeros caseritos, que vienen a proveerse de verduras, hortalizas y frutas que les traemos. Los saludos no se hacen esperar y los saldos pendientes son lo primero, total nuestros caseritos son también en su mayoría hermanos aymaras cuya palabra es su mas grande patrimonio. Hay que tomar desayuno tempranito, y bueno, si es posible Kalapurka (plato típico aymara), las restantes horas se hacen afanosas en la venta y la preparación de nuestros productos, y no se para hasta pasadas las dos de la tarde.
Se acercan dos señores de traje, y traen unas carpetas en sus brazos, son de impuestos internos dicen, nos piden nuestras guías y facturas, menos mal que las traemos, sabemos que las multas acabarían con lo traído, y tendríamos que volver sin ni un peso, o trabajar sólo para el estado, como si no lo hiciéramos todo el año, silenciosamente, como aymaras que éste estado paternaliza y subvalora muchas veces todo el esfuerzo que le ponemos a nuestro trabajo. Los más pequeños luego se van a esos lugares que se llaman Internet, un amiguito les dice que allí se juega, nosotros sólo esperamos que jueguen a tejer su futuro, y a soñar sus destinos, para eso estamos nosotros, que si por endeudarnos pudiéramos, lo haríamos para sacarlos adelante. Les encargamos siempre estar juntos y no recibir nada de extraños, ni tratar con ellos, la cuidad es cruel y sobre todo con nosotros con quienes no tiene piedad a la hora de la discriminación.
Ya son las tres de la tarde y es hora de retirarse, nos contamos todos, no falta nadie, los pequeños tienen hambre y nosotros también, compraremos pescado que de eso no hay en donde vivimos, y ni manera de llevarlos para tener, lamentablemente en pleno siglo XXI, todavía hay pueblos donde sólo tenemos electricidad 3 horas diarias.
La tarde es para visitar a nuestra familia, dicen que hay novedades, nuestra prima Patricia se recibe de ingeniera, hay alegría entre sus padres y hermanos, nosotros esperamos que su belleza la acompañe, en las empresas no contratan aymaras por sólo su capacidad, ya mi primo Carlos terminó sus días como transportista, el Juan es como sus padres comerciante y la Sonia dueña de casa, todos educados en la cuidad y con título, esfuerzo que la cuidad y su sociedad desecha muchas veces sólo porque somos aymaras.
El fin de semana es corto, y se nos acerca el lunes, día de trámites, que aburrido dice mi hermanito, vamos a la CONADI, mejor los llevo a pasear propongo yo, para que se acostumbren a no ir donde burócratas. Es tiempo de llevar unos certificados dice mi madre, para lo que llaman beca indígena, a veces me pregunto para que perdemos tanto tiempo, si los mas apitutados quedan siempre en ella, nosotros como no tenemos todo el tiempo para hablar con los evaluadores y proponerles un cohecho, de hasta unos cuantos kilos de carne, mejor para que perdemos el tiempo. No sé como lo hacen, tenemos una caserita que es de Temuco, o sea mapuche, ella dice, ustedes los aymaras las tienen todas, nosotros ni existimos para sus beneficios aquí en el norte, yo creo que es injusto, pero muchos burócratas del servicio CONADI, tienen el circuito casi completo, se educaron, la básica, la media y la universidad con la famosa beca, hoy trabajan allí por lo mismo, crían a sus hijos al amparo de ella, y si hasta les falta morirse con la asistencialidad de la difamada ley.
Volvemos a nuestro pueblo, esta vez nos ha ido bien, vendimos todo y entregamos también (fiado), de vuelta a nuestro trabajo sólo nos queda pensar la próxima vuelta, me gusta a veces quedarme en mi pueblo, los días lunes en la cuidad son de bajo ánimo, y a veces prefiero soñar lo real desde mi quebrada, y conseguir la satisfacción de mi digno trabajo, fortaleza que aun tenemos y que nos levanta, y nos sustenta en este mundo que cada día nos arrincona en el olvido.
03/05/2006 at 5:38 pm
Queridos amigos, tengo 35 años de educadora Básica, Soy Magister y estoy postulando a un doctorado
Sufro con lo que leo, pero entodas partes está el PITUTO, m,e he presentado para cargos, pero me piden la experiencia, mi Escuela está llena de sufrimientos, niñas de seis años que han sido violadas, niños de ocho años que toman y se drogan, roban y se protituyen por una moneda, para que quieren luz si lo vemos es tan doloroso. Tengan Fe en el Todopoderoso EL, es el único justo y está al aldo de los que nada tenemos. Cariños
04/05/2006 at 1:41 pm
Me parece increible que no se respete, como es debido, a nuestros padres de esta tierra tan querida como es nuestro Chile…
Dónde está el respeto por la diversidad…Mucha política y poco o nada de concreto…