Mapu Meu Pu Leufu
Así es la denominación con que, desde los orígenes, nuestro nuevo y muy remoto nombre resuena en la lengua de la tierra.
“Los ríos son las venas de la tierra y las aguas su sangre”, afirman los antiguos mapuche. Esas aguas que hoy luchan por ser cristalinas nuevamente, y que son una bendición y el origen de la vida.
El agua de lluvia (mawenko) que nos identifica, o de mar (futalafkenko), o de río (leufuko), que nuestros antepasados bautizaran como: Collico (Aguas café terrosas), Calle Calle (planta siempreverde), Futa (grande) Chorocamayo, Angachilla, son apelativos con que los habitantes originarios, los ainilebus o ainileufus (Los aínil de los ríos) designaron a las “venas” de la actual Valdivia, nombre con que el conquistador español selló su dominación sobre estas tierras.
Sin embargo, un destino ineludible hace que las poderosas culturas del pasado se nieguen a morir, y como los volcanes despidan fumarolas contra el olvido.
Así las toponimias: Ranco (Aguas tormentosas), Panguipulli (Tierra de pumas), Maricunga (Diez linajes) (San José), Lanco (Agua muerta), Futrono (Lugar de humos), entre tantos otros que nominan los distintos lugares de la Región Catorce, nos dan fe del profundo conocimiento del territorio y la presencia inmemorial del pueblo mapuche.
Casi un 9 % de la población de la Región de los Ríos es mapuche… Reconociendo, aceptando y aplaudiendo la diversidad humana de nuestra flamante región, en un gesto que testimonie la mirada de futuro que impulsó a tantos destacados ciudadanos a luchar por consolidar este territorio regional y su autonomía, corresponde que su nuevo nombre, Región de los Ríos, luzca con orgullo también su nombre originario Mapu meu pu Leufu, en la segunda lengua hablada en Chile, después del castellano: la lengua de la tierra, el mapudungun.
Email: bserrano@serindigena.org
29/03/2007 at 12:47 pm
El agua que nos une.
El trueno avisa,
una brisa fuerte colorea las mejillas y las manos,
llueve a mares esta tarde.
El verde se humedece y se moja,
la tierra huele,
su aroma de agua y de luces.
La calma de este paisaje
vuela con la humedad
hacia donde lo determine el viento.
El cielo,
techo planetario,
por donde vuela el agua
azul de todos,
aquí y allá.
La nube de Temuko,
corre por el horizonte
y más allá de la frontera.
El agua que lleva
por sobre cordilleras y océanos
riega la primavera que aquí comienza.
El magnolio de mi calle,
sus flores y su perfume
son regados por la nube aquella
que lloraba sobre mi tierra.
Y si el mal gobierno
quiere vender nuestra agua
que se llenen de hiel sus vasos
cuando promulgen
los decretos
con los que
se adueñen de nuestro rocío.
rosenkranz ( jorge roessler )