SeIk’nam, los Hijos del Infinito

Selk’nam es el nombre con el que los habitantes nómades de Tierra del Fuego identificaban a su pueblo y cultura. El nombre Ona, otorgado por los Yagán y después popularizado durante la ocupación del territorio austral, era ajeno a la concepción que la propia cultura Selk’nam tenía de si misma.

Los Selk’nam eran un pueblo nómade que poseía una economía basada en la recolección y la caza. Recolectaban principalmente vegetales, frutos y hongos, los hombres cazaban guanacos y aves, también sobrevivían de algunos recursos marinos.

Estaban emparentados con los Aonikenk, también conocidos por los TeweIches, con quienes tenían un origen en común, sin embargo los SeIk’ nam en algún momento se habrían segregado y ocupado la actual Tierra de fuego.

La familia constituía el núcleo fundamental dentro de sus interacciones sociales, el matrimonio era monógamo aunque actualmente se sabe que, ocasionalmente, sí existieron matrimonios con un mayor número de mujeres. Ejercían un sistema de reciprocidad dentro del cual existen jerarquías en cuanto a roles de genero, reconocíendose, por sobre todos, al chaman quién poseía conocimientos especiales que eran muy admirados y respetados por la comunidad. Su misión y rol era la de curar. El poder de los chamanes proviene de las Cordilleras del Infinito, siendo solo los más poderosos quienes alcanzan a Witek, cordillera del este y origen de lo existente.

Cada familia se subdividía en cuarenta distritos familiares siendo los límites de sus propiedades conocidos por toda la comunidad. Para traspasar los límites de cada propiedad se requería el permiso y el consentimiento de cada habitante.

La cosmovisión Selk’nam, se plasma en el poder de las cordilleras invisibles del infinito, poder que permite la creación de la tierra y el firmamento, radicando en el primer antepasado, el cual crea y sustenta a la sociedad eternamente.

El cosmos Selk’nam se divide en cuatro puntos cardinales que representan el centro de cuatro Cielos del Infinito.

El Cielo del Norte es Kamuk; origina el viento y el mar.

El Cielo Sur es Keikruk: origina el viento sur

El Cielo Oeste es Kéikruk: origina al viento oeste.

El Cielo Este es Witek y es el origen de todo lo existente.

La muerte otorga un significado a la vida y la dota de permanencia: origina al hombre y mujer quienes son Hijos de la Muerte. La transmisión, enseñanza y legado, de su cosmovisión representa y eterniza su identidad consolidando sus tradiciones en la concepción dialéctica y complementaria de muerte y vida.

Witek, el origen de Temaukel

En las cordilleras mágicas del cielo radica la creación y la existencia del mundo, allí emerge Wintek, una de las cuatro cordilleras invisibles del infinito, donde el Temuakel ejerce el poder universal.

El Temaukel es el habitante del firmamento, es el ser antiguo, el espíritu puro e infinito que existía antes que los antepasados: es el espíritu eterno creado por la cúpula celestial.

Tenenesk, chaman Haush relató a Gusinde el momento de la creación, a continuación citamos el registro:

“… En un principio, nada. Sólo Temaukel, el primero de los howenh. Después, la cúpula celestial, el firmamento, desprovisto de estrellas. Algunos vacíos inmensos penetran quietamente el silencio. Una luz crepuscular rielaba en la superficie de la tierra informe, estremeciendo las penumbras inmóviles…. En la oscuridad de la noche, alrededor del fogón que ahora se ha reducido a puras cenizas inertes -el viejo levanta la mano señalando el firmamento repleto de estrellas y con voz trémula insiste- Así por encima de nuestra tierra, se extiende el cielo: detrás de él vive Temaukel”.

Posteriormente Temaukel enviaría a Kenos, el cual se mantiene alejado detrás de las estrellas, allí vive y habita eternamente. Kenos se encarga de distribuir las tierras y sustenta la vida eterna. Kenos representa al padre de los antepasados míticos y es , a su vez, el creador del lenguaje y de los significados que dan sentido y unicidad al mundo.

Acerca del ritual y la persecución chamánica, Kra y Kran

Los antepasados del hombre sol y la mujer luna, marcan una diferenciada y complementaria concepción de los roles de género dentro de la cultura Selk’nam.

Antiguamente los hombres estaban subordinados a un sistema matriarcal, la mujer tomaba las decisiones trascendentales dentro de la comunidad, siendo ellas quienes ejercían un rol de poder. Los hombres tenían la función de desempeñar las labores del tipo más cotidianas como cocinar, cuidar a sus hijos y mantener el fuego. Era muy difícil rebelarse porque el ritual del Hain, que realizaban las mujeres, les producía gran miedo. El Hain consistía en una ceremonia en que ellas pintaban su cuerpo y colocaban mascaras de cortezas sobre sus cabezas para simular ser los espíritus, logrando así mantener a través del tiempo y las generaciones, la fuerza que ejercían frente a los hombres, en una relación que se retro alimentaba al ejercer su prestigio, dominio y poder que se plasmaba en la mujer luna Kra.

Estas costumbres se mantuvieron por largo tiempo ya que los hombres no sabían que los espíritus eran mujeres disfrazadas, que se pintaban el cuerpo con pigmentos blancos, rojos y negros.

La mujer luna, Kra, es muy poderosa, es una chaman que puede causar el exterminio de los hombres y niños, por eso les prohíben mirar a la luna y sobretodo los eclipses porque representan el odio y la destrucción, aún así el chaman protegerá las vidas.

Respecto a la luna y citando el registro que tomó Gusinde: “Cuando su ira contra nosotros, los hombres, crece mucho, aparece totalmente teñida de rojo. Es entonces cuando devora nuevamente a los hombres, en especial a los niños. El color rojo que se puede apreciar en ella en esa oportunidad proviene de la sangre humana que consume». (Gusinde cit:577)

Cuando aparece la luna roja, el peligro de la muerte también afecta a los chamanes, quienes averiguan cual será la víctima de KRA, entonces la mujer luna se transforma en aguilucho, conocido como Waiyuwen, éste volará para visitar a la luna, la cual, en absoluta ira, arrojará un extracto de piel ensangrentada de un herido contra el chaman. La muerte del herido será muy lenta.

La sangre representa un líquido maléfico; el fluido involucra la venganza y es a su vez benéfico, ya que lava las impurezas impuestas sobre el linaje. Así se derrama la sangre de los ofensores, para descontaminar y restaurar el daño provocado por la violencia.

Un cadáver dentro de la comunidad se materializa como un tabú, ya que genera rechazo y repugnancia. Por ser estos cuerpos agentes contaminadoras y corruptos, a veces se evitaba que un animal consuma a un cadáver.

Fuentes: Textos de Gusinde, Chapman, Quiroz.

http://www.serindigena.cl/territorios/selknam/territorio_selknam.htm

* Mariana Muñoz es miembro de Ser Indígena y estudiante de Antropología de la Universidad Austral de Chile

Copyright:revista.serindigena.cl

Comments are closed.