Guerreros del Arcoiris
Los colores de las cuatro familias del mundo, rojo, blanco, negro y amarillo, algún día se unirán para crear un mundo mejor y los encargados de esta misión serán los guerreros del arcoiris. Ambos conceptos se reflejan en la cosmovisión de las culturas originarias.
Hoy, se habla del final de la Era de Piscis, de un Pachakuti o de una visión de mundo diferente. Este nuevo tiempo, que implica un cambio radical de conocimiento, la liberación de viejos conceptos de nación, clase, raza y política, ha sido anunciado por diversos autores y muchas culturas indígenas.
En este contexto, ha aparecido el arcoiris como símbolo de diferentes movimientos que promueven la ecología, la espiritualidad, la preocupación social, entre muchos otros intereses. Ello da cuenta que los cambios están empezando a producirse.
La historia del arcoiris y de los colores de las razas se remonta a tiempos muy antiguos. Revisemos algunos ejemplos.
Según la Biblia, cuando Jesús nació en Belén, tres hombres sabios lo visitaron para entregarle ofrendas. Guiados por la estrella del Este, representaban a las tres grandes familias del mundo: Baltasar de la raza negra, Gaspar de la amarilla y Melchor de la blanca.
Sin embargo, se dice que esto fue una distorsión histórica y cultural, pues existía un cuarto integrante de la familia roja, es decir, las culturas originarias.
Asimismo, muchas tribus indígenas han sostenido una visión unificada de la humanidad por miles de años sin haber tenido contacto con otros pueblos. Por ejemplo, según la sabiduría hopi, el mundo está dividido en cuatro regiones, cada una con su propio color predominante: amarillo en el este; rojo en el sur; negro en el oeste; y blanco en el norte. Durante muchos siglos, el hopi sabía que la llegada del blanco implicaría un largo período de persecución y dificultad para la gente roja.
Muchas profecías y conocimientos similares han sido reconocidas en el mundo maya, azteca, tarasco y en numerosas tribus en toda América.
Del mismo modo, los pueblos originarios comparten una visión del retorno de un espíritu, que traerá armonía y paz al mundo con una mezcla de culturas. Esta visión, que ha ido emergiendo en años recientes, será promovida por “Los Guerreros de Arco iris”.
La profecía más difundida al respecto es de los indígenas hopi de América del Norte:
“Cuando la Madre Tierra esté enferma y los animales estén desapareciendo, entonces llegará una tribu con gente de todas las culturas, que creerán en hechos y no en palabras, y ayudarán a restaurar la antigua belleza de la Tierra. Ellos serán conocidos como los Guerreros del Arcoiris”.
Hoy, en todo el mundo existe el Movimiento Arcoiris que se sustenta en estas palabras y que lucha por tener una mejor calidad de vida. Sin embargo, todo grupo que se interese en la ecología, en la espiritualidad y desee construir un mundo más armónico, simbólicamente, es considerado un Guerrero del Arcoiris.
El arcoiris en las culturas
El arcoiris es un símbolo muy antiguo que aparece en los pueblos indígenas americanos. Por ejemplo, en el Chilam Balam, libro maya, se menciona la destrucción de uno de sus mundos debido a un diluvio terrible. Terminada la catástrofe, un arcoiris apareció como signo que una nueva edad debía comenzar.
Entre los incas, el dios del arcoiris se llama Chuychu y es conocido como un sirviente del sol. Entre los mayas, la diosa del arcoiris es Ixchel, esposa de Itzamna.
Para los indígenas mojave del desierto de Arizona, el arcoiris es una de las cualidades más poderosas del Gran Espíritu y es parte de una hechicería necesaria para detener la lluvia. Asimismo, los yukis de California creen que el arcoiris es el vestido multicolor del Gran Espíritu, el creador de toda la existencia.
El arcoiris es representado, con frecuencia, en las pinturas de arena y en los dibujos sagrados de los zuni, hopi, y los navajo. Para los indígenas shoshone de América del Norte, es una serpiente gigantesca que rasguña su espalda contra el mundo celeste.
Este símbolo también aparece en culturas de África, Australia, Asia, entre otras. Su significado siempre se relaciona con buenos augurios, diversidad o nuevos tiempos.
Fuente: Nación del Arcoiris, sin fronteras, Alberto Ruz Buenfil, 1991.
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